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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Chernomirdin gana

EL PARLAMENTO ruso, la Duma, votó ayer en contra de una moción de censura al Gobierno de Víktor Chernomirdin después de que el presidente Borís Yeltsin les ofreciera dos ministros y otros dos altos cargos como cabezas de turco de la crisis surgidar tras el asalto de guerrilleros chechenos en la ciudad rusa de Budiónnovsk. Nadie debiera creer que el voto de ayer es una afirmación de confianza de la mayoría de los diputados al presidente Yeltsin. En realidad, es sólo la confirmación de que los parlamentarios rusos no tienen ningún interés en interrumpir la legislatura ahora y provocar la disolución de la Cámara. Chernomirdin había anunciado una moción de confianza de haber sido aprobada la de censura. Como no hubiera tenido nunca el apoyo requerido de 226 diputados, la moción hubiera llevado de inmediato a Yeltsin a la disolución del Parlamento.Por eso, se ha puesto de acuerdo en la Duma una mayoría que se negaba a hacerse el haraquiri político y anticipar así las durezas de una campaña electoral que les otorgue lo que, al fin y al cabo, ya tienen, que es su escaño. No está Rusia como para renunciar antes de tiempo, y voluntariamente, al escaño y a la infraestructura que éste otorga.

Tanto los que condenan los excesos de las tropas rusas en Chechenia como los que consideran que habría que ser más expeditivos aún en la guerra contra los secesionistas chechenos, y los que sólo quieren acabar políticamente con Yeltsin y humillar a Chernomirdin para hacer a éste más dócil a sus propios dictados, han decidido que el riesgo de la autodisolución era mayor que los beneficios de este nuevo pulso con el presidente.

Este voto no soluciona la crisis política en Moscú ni la sangrienta en Chechenia. Pero ha sido, al igual que el drama de la toma de rehenes en Budiónnovsk, enormemente productivo para el primer ministro Chernomirdin. Éste ha impuesto su autoridad y parece haber salido definitivamente de la sombra de un Yeltsin cuya salud política parece acompañar en su deterioro a la física. Chernomirdin ya no es sólo un candidato más en las presidenciales. Empieza a perfilarse ya como el favorito.

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