16 días en el disparadero
Narcís Serra ha pasado 12 años en el Gobierno y 16 días en el disparadero, desde que estalló el escándalo del espionaje telefónico del Cesid, el pasado 12 de junio. En la misma cuerda floja que ayer se rompió ha estado su sucesor como ministro de Defensa, Julián García Vargas, con nueve años de pertenencia al Gobierno, cinco de ellos en Sanidad. Con la aceptación de sus dimisiones, ambos miembros del Ejecutivo pasan a desempeñar sus cargos en funciones, al igual que el teniente general Emilio Alonso Manglano, que dirigió el Cesid durante 14 años y presentó su dimisión el mismo día que El Mundo publicó la existencia de escuchas ilegales.Además de llevarse por delante a dos miembros del Ejecutivo y al director de los servicios secretos, el caso Cesid ha conducido ante los tribunales, como imputados, al propio Manglano y al coronel en la reserva Juan Alberto Perote Pellón, encarcelado en la prisión militar de Alcalá de Henares por revelación de secreto.
Las escuchas ilegales del Cesid se realizaron entre 1984 y 1991, un periodo coincidente en su mayor parte con el mandato de Serra como ministro de Defensa. Entre 1983 y 1991, el responsable de la Agrupación Operativa de los servicios secretos era el coronel Perote. Este militar salió del Cesid a finales de 1991, y el Ejecutivo le acusa de haber decidido, al margen de Manglano, qué conversaciones privadas grabar y conservar. Según el Ejecutivo, Perote se llevó cintas y transcripciones que luego se han filtrado a El Mundo.
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