Celebración con derrota
El Madrid festeja el titulo perdiendo ante el Betis su único encuentro en el Bernabéu
El estado de necesidad del Betis, que encontró una victoria que le coloca en la Copa de la UEFA, prevaleció sobre la fiesta madridista. Y nadie se lo tomó a mal. Después del título, de un año difícil, del final de una época amarga, la derrota fue recibida con indiferencia por la gente del Madrid, que se asomó al Bernabéu con un espíritu despreocupado y veraniego. Recibió a los suyos con alegría, festejó la conquista del campeonato y luego siguió el partido sin ningún ánimo crítico. Todo valía, menos la actuación de Luis Enrique.El Betis tuvo la virtud de parecerse a sí mismo. Estamos ante un equipo compacto y aguerrido. No tiene mayor altura, pero tiene una cualidad apreciable: produce dolor de cabeza a sus adversarios. El punto de calidad lo pone Cuéllar, un futbolista exquisito y con instinto. El resto del equipo está integrado por jugadores de toda la vida, que no es poco en estos tiempos. Con todo eso, el Betis se impuso al Madrid, que tuvo a la mitad de sus jugadores desenchufados.
Entre las cosas que dejó el partido fue la evidencia de las limitaciones que padece el Madrid en varios aspectos. El primer problema tiene que ver con la actitud: necesita jugar en un estado de excitación. Le falta el oficio y la categoría para resolver los partidos con naturalidad. Por eso es un equipo sometido a un gran desgaste, una dificultad que será creciente la próxima temporada, cuando el Madrid se embarque en la poderosa aventura que le espera.
Algunos de los otros problemas tuvieron nombres propios. El primero fue Lasa, que regaló el primer gol del Betis por su falta de confianza con el balón. Su ejercicio posterior estuvo lleno de voluntad, pero, su aflicción con la pelota es demasiado apreciable. El caso Luis Enrique ofrece derivaciones más graves porque es el único jugador que no tiene recambio natural en estos momentos. Luis Enrique, un futbolista confuso con la pelota, vive del sacrificio, de su voluntad estajanovista. Pero le faltan valores futbolísticos y además se ha convertido en el objeto de la irritación del público.
La suma de factores desfavorables -la pérdida de tensión y las flaquezas de algunos jugadores- pusieron al Madrid en manos del Betis, que aprovechó sus viejos valores para llevarse la victoria con cierta comodidad.
El primer gol tuvo un carácter decisivo. El Madrid se encontró con una situación incómoda. Tenía que pelear frente a un rival aguerrido en un partido sin trascendencia. Siempre queda el orgullo en estos casos, pero más que el orgullo vale la necesidad. Y el Betis quería la victoria con desesperación. El segundo tanto -un tiro libre de Aquino que entró entre la indecisión de defensas y delanteros- finiquitó el encuentro.
El Betis se sintió durante toda la segunda parte con su galardón europeo y al público no le importó. Sólo quería darse el baño final, de madridismo y triunfo. Y en ese instante de felicidad, hubo tiempo para el desagradecimiento con Martín Vázquez, un jugador excepcional, la aclamación a Butragueño y la rendición ante un jugador glorioso, Michel, que saltó a la cancha para recibir el homenaje de una hinchada que le ha acogido como el gran héroe del madridismo.
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