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Entrevista:

"Me atendió un médico y pidió un traumatólogo al hospital, pero no salió nadie"

Antonio Jiménez Barca

La mujer atropellada el lunes junto al hospital central de la Cruz Roja, en la calle de la Reina Victoria, se recupera poco a poco en casa de sus padres, en el barrio de la Elipa, de los golpes y del susto. María Juana Cortés, de 26 años, llevaba ayer un collarín ortopédico, y en su rostro se notaban los arañazos del topetazo. Por eso explica que prefiere que no se le hagan fotos para esta entrevista, mientras se rasca la cabeza y comenta, sonriendo, que además tiene "un gran chichón". Estará de baja unos siete días y después volverá a su trabajo como ordenanza en una facultad madrileña. Tanto ella como su madre y su padrastro se enteraron por la televisión de todo el alboroto que han provocado su accidente y el hecho de que no la atendiera ningún médico del centro sanitario situado a 20 pasos.Pregunta. ¿Qué pasó?

Respuesta. Me despedí de un amigo en Reina Victoria y, cuando estaba cruzando la calle a la altura del hospital de la Cruz Roja, un coche de autoescuela que iba en dirección a Cuatro Caminos me golpeó en el costado. Yo puse el brazo en el capó y entonces me caí. Noté cómo se me quemaba el rostro al tocar el suelo y cómo, después, me golpeaba con fuerza en la cabeza. Me mareé unos segundos, pocos, unos seis o siete, pero enseguida recuperé la consciencia. Todo el tiempo estuve consciente. Yo sabía que me había hecho daño en el cuello y por eso pensé que lo mejor era permanecer completamente inmóvil. Y eso hice.

P. ¿Quién la atendió?

R. Mi amigo, que estaba al otro lado de la calle, en cuanto oyó el frenazo del coche, se dio la vuelta y se acercó corriendo. Después, al minuto o así, oí que una persona me tomaba el pulso y me decía: "Tranquila, yo soy médico". Mi amigo me ha contado que este médico iba en otro coche detrás del que me atropelló. Fue una coincidencia. Yo no sé si pertenecía al hospital de la Cruz Roja, pero de lo que estoy segura es de que no llevaba bata blanca, iba de paisano. También me ayudaron dos ATS que, supongo, serían del hospital. No sé si iban de paisano. Enseguida, alrededor, se agolparon unas diez personas.

P. ¿Y del hospital de la Cruz Roja no salió ningún médico?

R. Yo no me enteraba de mucho, porque estaba inmóvil. Pero mi amigo, que en todo momento permaneció a mi lado, me ha dicho que el médico que me atendió -al decirle yo que me había hecho daño en el cuello- pidió a la gente que se acercara al hospital y solicitaran un traumatólogo. No salió nadie. Y que conste que la ventana de la cafetería del hospital. está a 20 pasos del lugar del accidente.

P. Entonces, ¿llamaron o avisaron a alguien más?

R. A instancias del médico, llamaron al SAMUR [ambulancias municipales], que tardó en llegar unos 15 minutos. En todo momento se portaron estupendamente. Me dijeron que me iba a poner bien, me subieron a una camilla, me metieron en una ambulancia y del lugar del accidente me trasladaron al Clínico. Yo, la verdad, no sabía muy bien adónde iba. Cuando, horas después, me dijeron adónde me habían llevado yo aluciné de no estar en la Cruz Roja. En el Clínico me trataron muy bien. Salí a las cinco de la mañana.

P. ¿Por qué no la llevaron al hospital central de la Cruz Roja?

R. Porque no tienen servicio de urgencias, según me dijeron en el Clínico.

P. ¿Qué es lo que tiene?

R. Un esguince cervical, que me obliga a llevar un collarín ortopédico unos cuantos días, heridas en la cara, que son resultado de arrastrarme por el suelo cuando me caí. Además, tengo un enorme chichón en la cabeza, aunque esto no sé cómo lo llaman los médicos. Y aunque no tengo cardenales me duelen los brazos, los hombros y las piernas. Pero bueno, podría haber sido mucho peor.

P. ¿Cuándo se enteró del revuelo que ha provocado su caso?

R. Es curioso. Por la televisión. Al día siguiente, como siempre, mi padrastro estaba viendo el telediario. Y salió en la televisión el hospital, el lugar del atropello, dijeron la hora y entonces fue cuando mi padrastro dijo: "Oye, Juanita, que esto es lo tuyo". Aluciné. No se nos había ocurrido denunciar a nadie. Yo no me enteraba de mucho y mi amigo sólo se preocupaba de mí y estaba, además, muy nervioso.

P. El hospital central de la Cruz Roja va a abrir una investigación para aclarar si hubo médicos que no acudieron a la llamada de socorro de los testigos. Si se demuestra que así fue, ¿qué les diría a esos médicos?

R. La cosa no fue grave, pero podía haberlo sido y...

Aquí el padrastro de Juana, Gaspar Sánchez, no puede resistir la tentación de hablar: "Si se demuestra que sabían lo que pasaba y no ayudaron, es como para echarse a llorar; incluso tenían que haber saltado por la ventana; es una cuestión de pura humanidad. Ahora que están pidiendo más dinero, se saltan a la torera el juramento hipocrático; sólo les importa el lucro", dice. La madre, que prefiere guardar el anonimato, remacha: "A mí con esto de la huelga me han retrasado tres meses una consulta que tenía en mayo. Y los dolores que tengo son fuertes. Y encima esto. Si nos enteramos de que hubo médicos que no tuvieron la humanidad de salir los vamos a denunciar".

Juana calla, pero asiente.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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