_
_
_
_
_

El comisario Ramos chamulla romamí

El jefe de policía de Burgos publica una reedición actualizada sobre la jerga del hampa

Otros compañeros recurren a la tradición familiar, la vocación, el afán de servicio al pueblo y diversos conceptos más o menos rimbombantes. Pero él no. Jesús García Ramos, de 46 años, comisario provincial de Burgos, explica con sencillez que se hizo policía "por las películas policíacas", para emular a sus héroes del celuloide,García Ramos, que fue jefe de la comisaría madrileña de Fuencarral antes de ser nombrado hace unos meses responsable de la policía de Burgos, tiene también el título de profesor de EGB y licenciado en Filología. Quizá eso explica su afición a analizar y recopilar el lenguaje de drogatas, talegarios manguis, chelis y otros especímenes del hampa.

Este comisario afable y de talante progresista ya publicó hace cuatro años una primera edición de Lenguajes marginales. Análisis y vocabulario. Ahora ha visto la luz una segunda edición con las innovaciones lingüísticas que se han producido en "el oscuro mundo de la marginación". Y, muy en su línea, García Ramos resalta en el prólogo del libro la "valiosa ayuda" que le han prestado "los delincuentes profesionales, drogadictos y mendigos". Nunca ha ocultado su amistad con gitanos, quinquis y gentes de mal vivir, cuyo lenguaje secreto chamulla con tanta soltura que a veces ha sido confundido con uno de aquéllos.

Gracias a García Ramos, uno se entera que una brija es una pulsera de oro, que una burraca es una prostituta, que un cabestro es un travestido, que. una maría es una caja fuerte, que un quinaor es un ladrón, que un buchardó es un disparo, que un pestañí es un policía o que un pulpo es un artilugio carcelario que resulta de unir dos cucharas y un cable que, conectado a la red eléctrica, sirve para calentar el agua.

"El hecho de que la lengua gitana sea hablada por un pueblo marginado y perseguido (razón por la que parte de su léxico ha sido adoptado por los delincuentes) no implica que deba ser despreciada, sino todo lo contrario: hay que investigar la con gran respeto y admiración", escribe el comisario.

Los quinquis o mercheros son un clan que guarda celosamente su lenguaje y para ello recurre con frecuencia a hablar en perfecto castellano, aunque con un doble sentido. Si un quinqui dice: "He salido del hospital y el médico dice que mientras dure la convalecencia evite la recaída para no agravar la enfermedad", lo más probable es que en realidad esté indicando: "He salido de la cárcel y el juez dice que durante la libertad provisional evite la reincidencia porque se agravaría la condena".

El pasado viernes, García Ramos inició la presentación de su libro leyendo esta nota de prensa: "Un pringao ha abroncao en la gobi un burreo del tocomocho. Al parecer, en la gara de pavas fue abordado por dos manuses, uno hacía de toquero y el otro de larguero. Mediante la milonga y la exhibición de la pampa consiguieron tangar al mopri y palmarle trescientos costales con el culechi ful". Lo que en cristiano significa: "una persona ha denunciado en comisaría un timo del tocomocho del que fue víctima en una estación, donde dos hombres le sacaron 300.000 pesetas mediante un décimo de lotería falso".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_