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Una decisión acertada

Hace unos días apareció publicada en el Boletín Oficial del Estado una resolución del Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente (MOPTMA), por la que se descartaba a medio plazo la construcción del embalse de Matallana, sobre el río Jarama, así como cualquier otro gran embalse de abastecimiento a la Comunidad de Madrid (adiós también al del Pozo de los Ramos). A continuación, el Gobierno de Joaquín Leguina, con su consejero de Presidencia, Agapito Ramos a la cabeza y, de aliado, el Partido Popular de Madrid, han arremetido contra el MOPTMA por la decisión adoptada, afirmando que este embalse, situado por cierto en la comunidad autónoma vecina, Castilla-La Mancha, es "vital" para el abastecimiento de la Comunidad de Madrid. Esto es completamente falso, como podemos ver a continuación:El primer anteproyecto de ley del Plan Hidrológico Nacional (PHN), preveía un incremento anual del consumo para abastecimiento urbano del 2,08%. En posteriores versiones del Plan, al considerarse esa cifra exagerada, se redujo al 1,25%. Pues bien, cuando el Gobierno regional y el Canal de Isabel II afirman que el consumo actual es de 500 hectómetros cúbicos anuales, y que en el año 2005 será de 720 hectómetros cúbicos, está aplicando un crecimiento anual del 3,7%, tres veces superior al previsto en el PHN. Parece que los mensajes que continuamente se lanzan sobre el agua, tales como que es un recurso natural escaso o que a partir de un nivel de consumo (superado con creces en nuestro país) su incremento no supone una mejora de la calidad de vida, siendo simplemente derroche, no han hecho mucha mella en el Gobierno regional, y menos aún en su consejero de Presidencia. Bueno, en el Canal de Isabel II, se entiende. Es una empresa pública que, cuanto más agua vende (más consumo), más dinero gana. Una reducción del derroche actual supone una pérdida de ingresos (cuando se hizo la campaña de sensibilización ciudadana sobre el ahorro de agua, la reducción del consumo le acarreó pérdidas de 3.000 millones de pesetas).En este sentido, hay que sacar al Canal de Isabel II de esa esquizofrenia, por lo que debería dejar de ser una empresa, pasando a ser un organismo más de la Administración regional, de tal manera que la moderación en el consumo, y la eliminación del derroche, deje de ser una mala noticia.

Por otra parte, las infraestructuras hidráulicas actualmente existentes para el abastecimiento de Madrid dan un aporte medio anual de más de 1.000 hectómetros cúbicos de agua, por lo que cubren con creces las demandas actuales y futuras de la región. De hecho, existen construidas infraestructuras hidráulicas, como el trasvase Picadas-Valmayor, cuya construcción generó por cierto un enorme impacto medioambiental, que todavía están sin estrenar (en su momento el Gobierno regional calificó a esta infraestructura de "vital" para Madrid).

El embalse de Matallana, además, sería muy poco eficiente, pues el río Jarama ya se encuentra en buena parte regulado por el embalse de El Vado, que además es aprovechado por la Comunidad de Madrid.. De hecho, la construcción de Matallana, cuyo coste estaba estimado en 16.500 millones de pesetas, supondría un incremento de la regulación de tan sólo 19 hectómetros cúbicos sobre la situación actual. ¡Vamos, que el agua iba a salir casi al precio de agua mineral embotellada!

La construcción del embalse de Matallana hubiera supuesto la destrucción del pueblo del mismo nombre, actualmente habitado, y que constituye: un buen exponente de la arquitectura negra de esta parte de Guadalajara.

Tanto el embalse de Matallana como el del Pozo de los Ramos hubieran supuesto la destrucción de amplias extensiones de encinares, robledales y pinares en excelente estado de conservación. En la zona habita una fauna rica y variada, siendo abundante el corzo, jabalí, gato montés, nutria, águila real, etcétera, especies que se hubieran visto gravemente afectadas por la construcción de estos embalses. De hecho, el embalse de Matallana, junto con el, actual embalse de El Vado, hubiera constituido una barrera infranqueable que, de forma irreversible, hubiera partido en dos, de norte a sur, la sierra de Ayllón. ¡Qué sensibilidad ambiental la del Gobierno de Joaquín Leguina!

No hay que olvidar que estos embalses se ubicarían en Guadalajara, en la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha. ¡Qué respeto, el del Gobierno de Joaquín Leguina al medio ambiente de las comunidades autónomas vecinas! Bueno, es coherente, aquí en Madrid hace lo mismo.

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En definitiva, la construcción de estos embalses hubiera generado un enorme impacto medioambiental, social y económico, siendo además completamente innecesarios.

En este caso, en el MOPTMA ha triunfado la racionalidad, cosa que, por otra parte, tampoco es muy habitual en este organismo, como demuestra, por ejemplo, su empeño en la construcción del embalse de Itoiz (Navarra).

En cuanto a la Comunidad de Madrid, debería revisar y poner al día su política y posición en el tema hidráulico, actualmente idéntica a la imperante en la etapa franquista. Debería hacer más caso a los mensajes (por ejemplo, la exposición de motivos del anteproyecto del Plan Hidrológico Nacional) que desde diferentes administraciones y sectores sociales apuntan hacia una gestión más racional del agua, con un enfoque de demanda, incrementando la eficiencia en la utilización del agua mediante campañas de sensibilización (el derroche del agua no nos hace más felices), reduciendo pérdidas en las redes de distribución, empleando agua residual reciclada en el riego de parques y jardines, etcétera. El abastecimiento actual y futuro de nuestra región se encuentra plenamente garantizado con las infraestructuras actualmente existentes. La construcción de estos embalses no sólo no mejoraría nuestra calidad de vida, sino que todo lo contrario, al privar a las generaciones venideras de la silenciosa y enigmática belleza de los robledales del alto Jarama.

Santiago Martín Barajas es miembro de la Asociación Española para la Defensa de la Naturaleza (Aedenat).

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