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El pianista Maurizio Pollini arremete contra la faIta de rigor en la difusión de la música clásica

El intérprete se sitúa "en el polo opuesto" a Pavarotti, Domingo y Carreras

Andrés Fernández Rubio

"No estoy interesado en los tres tenores, el éxito de sus discos me parece un fenómeno de la música ligera y soy escéptico de que así puedan ayudar a difundir la música". Maurizio Pollini, uno de los grandes delpiano mundial, se sitúa "en el polo opueso" al éxito masivo de los discos de arias de Pavarotti, Domingo y Carreras. En los años setenta, junto a Claudio Abbado y Luigi Nono, Pollini acudía a pequeños pueblos y barrios obreros italianos a tocary explicar la música. El movimiento se llamó música realità. Hoy, el pianista piensa que aquello era un proyecto utópico, pero lo recuerda con añoranza frente a la falta de rigor que observa en la divulgación de la música clásica.

El pasado jueves, Maurizio Pollini, de 53 años, obtuvo un enorme éxito en Madrid en el concierto ofrecido en el Auditorio Nacional de Música. Junto a su camerino, una legión de seguidores lo recibió entre ovaciones. Él no está de acuerdo con Glenn Gould, el pianista canadiense que dejó de creer en los recitales cara al público y se retiró a los estudios de grabación. "El concierto es el momento en el que se manifiesta la realidad de la música", dice. "La comunicación directa me parece importante, creo que incluso en un estudio de grabación se interpreta imaginando al público".Pollini es un hombre muy tímido que atraviesa los salones del hotel como una exhalación. Pregunta si la entrevista puede retrasarse cinco minutos porque quiere dar un paseo. Y sale a fumar un cigarrillo sin boquilla mientras anda por las calles próximas al Museo del Prado.

Con una trayectoria de izquierdas en la que la instrucción tiene valor para el artista, y frente a los miles de discos, que Pavarotti, Domingo y Carreras venden como churros, Pollini propone una fórmula más rigurosa de divulgar la música. "Creo que sería necesario ampliar el repertorio estándar y alejarse de lo convencional. El repertorio se basa hoy en día en obras de los siglos XVIII y XIX, y pienso que debería abarcar a la música contemporánea, los llamados clásicos del siglo XX, además de a los compositores menos conocidos del XVIII, del XIX y de la música antigua. Todo esto sería extraordinariamente importante para darle brío a la vida musical".

"Se puede interpretar un aria de Verdi y ciertamente resulta un gran momento", explica Maurizio Pollini refiriéndose a los fragmentos operísticos para la exhibición vocal de los tres tenores. "Pero sin la conexión al drama, a la ópera para la que fue concebida, se convierte en algo vacío de significado. Ojalá esos discos sirvan para algo".

Experimento

Y Pollini recuerda aquella experiencia de la música-realità, "un experimento en la región de Reggió-Emilia consistente en llevar los conciertos a las pequeñas poblaciones y organizar encuentros con el público para explicarles la música, algo que ahora mismo ha desaparecido del mundo musical. Nos parecía importante expresar con palabras la construcción y el significado de las obras, ayudando a una mejor comprensión. Fue una experiencia interesante en un momento en el que unos cuantos músicos nos sentimos dispuestos a intentar algo fuera de lo convencional en el terreno de la música".

Maurizio Pollini acaba de grabar los conciertos para piano de Beethoven con su amigo Claudio Abbado como director. Célebre por sus exquisitas interpretaciones no sólo de Chopin, Schumann o Brahms sino también de Schoenberg o Webern, de Nono, Manzoni, Boulez o Stockhausen, el pianista milanés expresa su rechazo hacia la maquinaria de intereses que mueve a los intérpretes por los escenarios del mundo. "No debería hacerse de esa manera", afirma. "Un artista que va a Londres o a otro sitio, ve al director por la mañana, ensaya, ofrece el concierto por la tarde y se va. Si en la música de cámara se ensaya durante días, ¿por qué en un concierto para piano y orquesta muchas veces se programa un solo ensayo?" Pollini se niega a actuar con un solo ensayo. Lo mínimo que acepta son dos, y aun así le parece poco.

El pianista observa también con estupor la falta de comprensión de muchos de sus colegas hacia la música contemporánea. "No creo que ese desinterés sea una cuestión de comercialidad, sino de gusto", dice. "Hay muchos músicos a los que simplemente no les interesa el repertorio contemporáneo, cuando debería ser parte esencial en su formación, un interés absolutamente necesario".

En el aspecto interpretativo, Pollini se detiene a explicar las dos relaciones que establece con las obras a medida que pasan los años. "Una, respecto a la concepción de la obra, varía muy lentamente en el tiempo", comenta. "La mayoría de las veces mi concepción no cambia. La otra tiene que ver con algo que ocurre en el momento de la interpretación: es algo que no se puede predecir, que no forma parte de lo que habías decidido o deseabas tocar porque se produce en el instante mismo. Y en este sentido la variación se produce todo el tiempo, en el detalle de la expresión, que cambia día a día".

Vuelta a los ideales

Maurizio Pollini obtuvo a los 18 años el gran premio Chopin de Varsovia, con un jurado presidido por Rubinstein, quien destacó la absoluta superioridad del joven italiano "desde el primer instante". Fue discípulo de Benedetti-Michelangeli y ha desarrollado una admirable carrera en la que sorprende la fusión del rigor técnico, estético y pedagógico con un espíritu antielitista.

En el terreno político, está convencido de que los verdaderos principios del socialismo tienen que recuperarse todavía. "Creo que hay ciertas cosas que. el ser humano tratará siempre de lograr", dice. "Entre ellas están, por ejemplo, la libertad y la justicia. Los países comunistas cayeron porque no tuvieron en cuenta el ideal de la libertad humana, que es esencial. Y la justicia también debería formar parte para; siempre de la base del pensamiento humano. Cuando comparo la situación económica entre los pises ricos y los pobres del mundo ese, ideal de justicia se hace pedazos. Y aunque no sé cómo se desarrollarán los acontecimientos, la necesidad del socialismo o de algo que pueda sustituirlo sigue estando ahí porque asimismo permanece el deseo de alcanzar aquellos viejos ideales".

Preocupado por Italia

Maurizio Pollini considera la situación italiana "muy preocupante, porque después de asistir al hecho maravilloso de la caída de una clase política corrupta y malvada, el peligro está ahora en que puede ser sustituida por otra incluso peor". El pianista considera que si alguna ventaja tenía el mal gobierno del pasado "era su debilidad, que dejaba al país la posibilidad de respirar. Un mal Gobierno débil es mejor que un mal Gobierno fuerte. Y ahora que vamos en la dirección de una república presidencialista, porque tal es el propósito de la derecha, la realidad puede convertirse en un desastre".Los intentos de separación entre la Italia rica y la pobre le parecen absurdos a alguien como Maurizio Pollini, cuyo compromiso político se dirigió en el pasado contra las dictaduras de Latinoamérica y la guerra de Vietnam.. "Puedo entender la posibilidad de descentralización o de un Gobierno federal en Italia", afirma, "pero el país está unido, y seria un verdadero sin sentido, cuando en Europa, e incluso en los países del Este, se tiende a la unidad, intentar algo contrario a ese espíritu. Sería estúpido porque el mundo moderno se dirige a la conexión entre países, a lograr el interés común, a una Europa unida".

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