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Los sindicatos italianos convocan la segunda huelga general del otoño

Las tres grandes centrales sindicales italianas -CGIL, UIL y CISL- convocaron ayer una huelga general para el próximo 2 de diciembre, que renueva a cabo de mes y medio el paro de pasado 14 de octubre y continúa la protesta masiva contra la política de austeridad del Gobierno de Silvio Berlusconi, evidenciada por la manifestación de un millón de personas del pasado domingo. La huelga convocada ayer durará ocho horas, en lugar de las cuatro de octubre, y responde a la decisión, del Gobierno de someterse a un voto de confianza para lograr la aprobación inmediata de su polémico plan de reforma de las pensiones.El plan -que fundamentalmente prevé la revisión de las pensiones según la inflación programada y no por la inflación real, como se hace ahora, y la drástica limitación del generoso sistema italiano de jubilaciones anticipadas, que permite a los trabajadores del sector privado retirarse tras haber cotizado 35 años y tras sólo 15 años de cotización a los del sector público- estaba previsto que fuera aprobado en la mañana de hoy. Pero la oposición anunciaba que obstruirá el procedimiento, y advertía que Berlusconi está haciendo todos los méritos para llegar a fin de año sin que el Parlamento haya terminado de aprobar los presupuestos generales del Estado para 1995.

No obstante, el voto favorable a la reforma de las pensiones parece asegurado, de manera que el futuro del Gobierno, no está en juego de inmediato. La Liga Norte, una vez señaladas sus diferencias sobre el proyecto que han forzado al Gabinete. a plantear la confianza para superar ese desacuerdo sin modificar la reforma, se muestra inclinada a votar favorablemente. Hacer caer este Gobierno antes de que se aprueben los presupuestos sería irresponsable, afirma su líder, Umberto Bossi. Berlusconi, por su parte, convocará a los sindicatos para tratar de evitar la huelga de diciembre.

Conflicto de intereses

Aunque Berlusconi pueda sacar beneficio político de una situación que le presenta como un gobernante decidido, pese a que su plan de austeridad no es en realidad más duro que el de los dos Gobiernos que le precedieron desde 1992, el recalentamiento acelerado del clima social implica un alto costo para un primer ministro marcado siempre por el conflicto irresoluble entre sus intereses de empresario y el interés público.La tensión social y económica se suma a toda una serie de hechos negativos -un brote de cólera que ha diezmado el mercado nacional del pescado, las inundaciones que mantienen de rodillas a gran parte del norte, y hasta un conato de rebelión estudiantil surgido en Nápoles- suficientes como para crear un ambiente de acoso en torno a cualquier Gabinete. La elecciones administrativas del próximo domingo pondrán a prueba estos ánimos. Se prevé que suba la ultraderecha y caiga Forza Italia.

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