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¿Un Vito Corleone ruso?

El crimen organizado, los secuestros, las bombas en los bancos, los asesinatos por contrato, los continuos tiroteos en las calles y en los restaurantes, incluso el uso de armas pesadas en las peleas entre grupos criminales, preocupan hoy a los rusos incluso más que el creciente problema del paro.En las ciudades rusas, la gente tiene miedo de salir de casa después de oscurecer. Se sobresaltan si llaman a su puerta. El banquero y el hombre de negocios giran con dedos temblorosos la llave de contacto de sus Mercedes por temor a explosionar una bomba. Los jueces vacilan antes de pronunciar sentencias severas, temerosos de recibir un balazo en el estómago.

Este cáncer creciente está devorando la naciente economía de mercado rusa. Cada moscovita tiene tina solución distinta. El infame dirigente del Partido Demócrata Liberal, VIadimir Zhirinovski, propone que se pegue un tiro a los ladrones y bandidos en el momento de apresarlos. Los miembros del Parlamento, que dentro de un año se enfrentarán a la reelección, han prometido, un endurecimiento de las leyes contra la delincuencia.

El presidente Borís Yeltsin aprobó recientemente un decreto que otorga a la policía y a la estructura que ha sucedido al KGB, la Agencia Federal de Contraespionaje, más derechos que los que les otorga la Constitución. Las autoridades que aplican la ley tienen ahora derecho, sin autorización previa de sus superiores, a irrumpir en las casas y oficinas para llevar a cabo registros y a examinar y bloquear cuentas bancarias y documentos comerciales. Más aún, se puede mantener detenida durante un mes a una persona sospechosa antes de pasar a disposición judicial o ser puesta en libertad.

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Es difícil predecir si todo esto servirá de ayuda en la lucha contra el crimen. Lo que está más allá de toda duda es que este nuevo decreto presenta posibilidades ilimitadas a los grupos criminales conectados con funcionarios corruptos, ya que éstos pueden utilizarlo para emplearse con dureza contra sus competidores. De hecho, la mayoría de los rusos se sienten escépticos ante estas iniciativas. Actualmente, ni el presidente ni el Parlamento gozan del suficiente poder como para frenar el crimen. La gente empieza a buscar protección en otras instancias.En las últimas semanas, la televisión y la prensa han estado transmitiendo la dudosa idea de que serán los propios mafiosos los que traigan el orden público. Los periódicos demócratas publican artículo tras artículo sobre los criminales nobles. Estos artículos afirman que éstos exigen a los hombres de negocios pagos razonables y a cambio, les protegen contra los malos, se ocupan de sus negocios con la Administración local y les liberan de tener que pagar impuestos injustos, que son mucho más onerosos que los pagos que exigen los mafiosos.

Abogados y economistas aparecen en la televisión gubernamental y explican que la fase de acumulación de capital siempre es criminal. Afirman que tan pronto como los ladrones y gánsteres se hagan ricos, empezarán a dedicar sus millones a la producción, momento en el que se les exigirá estabilidad. Entonces, una vez que tengan escaños en el Parlamento y controlen el entorno presidencial (el botón nuclear inclusive), conducirán el país al orden. Todo se colocará en su lugar.

Probablemente sea cierto que terminen por traer el orden, del mismo modo que los padrinos de la Mafia siempre se aseguran de que haya orden en su territorio y de que los desobedientes sean severamente castigados. Agotados y asustados, los rusos están dispuestos incluso a aceptar la siguiente máxima: "Mejor un final horrible que un horror sin final".

¿Es posible que tengan razón, que un Vito Corleone ruso solucionaría los problemas del país mejor que Borís Yeltsin? Esas ilusiones me parecen extremadamente peligrosas, pero de hecho es que la creciente marea de gánsteres lucha por el poder político en Rusia. No creo que sean casuales esos llamamientos en los periódicos y en la televisión a establecer una "democracia criminal y un mercado criminal".

Sería razonable pensar que detrás de esta propaganda hay algún grupo mafioso estrecha mente conectado con el Gobierno y que está poniendo los cimientos para su eventual llegada al poder. Estos gánsteres están manipulando la opinión pública tanto en Rusia como en Occidente, neutralizando la posible oposición de las fuer zas democráticas -especialmente la de Estados Unidos- y, mientras, preparan una serie de acciones decisivas. Para ellos es importante no verse expuestos como lo que son. Pero cuando el poder caiga en las manos de los dirigentes de la mafia, ya será demasiado tarde.

Una vez se hayan establecido el "orden y la democracia criminal", no podremos esperar la llegada de la ley y del mercado, sino el advenimiento de una dictadura implacable. Sin duda alguna, el camino hacia este nuevo orden será brutal y sangriento. El hecho es que la mafia no es un grupo unido, sino que más bien se compone de clanes rivales. Para que un solo dirigente llegue a ser el "único padrino de todos los rusos", será necesario no sólo que destruya a todos sus oponentes, sino también a los socios que le ayudaron en los primeros asesinatos, a todos los disidentes e indecisos, así como a aquellos que simplemente no le gusten.

¿Es posible que la subida de Stalin al poder no nos haya enseñado nada? Igual que estos criminales, que algunos dicen que algún día traerán la estabilidad a Rusia, Stalin prometió al pueblo que habría orden, prosperidad y libertad, pero primero necesitó ejecutar a León Trotski, Grigori Zinoviev y Nikolái Bujarin, eliminar a la oposición y erradicar a todos los enemigos del pueblo junto con los espías extranjeros que supuestamente habían infestado el país. Hoy, Rusia se encamina hacia este mismo sendero.

La democracia no se puede construir sobre normas dobles, ya sea en Rusia o en América. La historia nos ha enseñado que no existe la llamada democracia socialista ni nunca puede existir una democracia criminal. No existe orden sin ley, y la democracia sólo puede existir en su forma pura. La comunidad mundial no debería permitir ser manipulada para creer que Rusia puede conseguir el orden mediante medios ilegales.

Serguéi N. Jruschov, hijo del antiguo dirigente soviético Nikita Jruschov, es profesor visitante en la Universidad Brown.

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