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Suquía bate el récord al permanecer 32 meses como arzobispo dimisionario

El cardenal espera desde octubre de 1991 que Roma acepte su renuncia a la diócesis de Madrid

El episcopado español tiene una nueva plusmarca. La establecida por el cardenal Ángel Suquía, que podría figurar en el Libro Guinness de los récords, al permanecer 32 meses como arzobispo dimisionario de Madrid. La situación tiene desconcertada a gran parte del episcopado, que recuerda cómo su predecesor, el cardenal Vicente Enrique y Tarancón, estuvo 11 meses como obispo dimisionario, y cómo, tras la muerte del general Franco, no hay interferencias civiles, en los nombramientos episcopales.

La plusmarca de Ángel Suquía ha pulverizado la que ostentaba José María Bueno Monreal, que permaneció, a comienzos de la década de los ochenta, durante 31 meses como arzobispo dimisionario de Sevilla. El hecho, único, precedente desde la llegada de la (democracia, despierta tanta curiosidad entre los fieles como entre los propios obispos, que están mayoritariamente desconcertados ante la situación que atraviesa la diócesis más importante de España. Otras cinco diócesis mantienen prelados dimisionarios: Toledo, Salamanca, Bilbao, Vitoria y Segovia.Suquía cumplió los 75 años el 2 de octubre de 1991, día en que presentó su renuncia a Roma al llegar a la edad de jubilación establecida por Pablo VI. La permanencia en el cargo es interpretada en algunos medios como una voluntad del actual pontífice de retrasar la aceptación de las renuncias de aquellos prelados que estén en forma. Los hechos, sin embargo, cuestionan esta hipótesis: el cardenal Narcís Jubany fue jubilado como arzobispo de Barcelona 17 meses después de cumplir los 75 años, o, más recientemente, José María Cirarda veía cómo el Papa aceptaba su renuncia en 1993, un año después de cumplir la edad reglamentaria. Ambos se encontraban, como han demostrado con sus actividades posteriores, en plenas facultades para seguir al frente de sus diócesis, según subrayan fuentes próximas al episcopado.

Entretanto, los obispos, como el resto de los mortales, hacen quinielas sobre la sucesión de Madrid, pero con apuesta múltiple, para intentar no errar. Así, hay quienes señalan que el paso del tiempo favorece la candidatura de Agustín García Gasco, arzobispo de Valencia desde julio de 1992, y que mantuvo una estrecha relación con el nuncio, Mario Tagliaferri, durante su mandato como secretario general de la Conferencia Episcopal. Tagliaferri, que es quien presenta los candidatos a Roma, ha removido, desde su llegada a España en 1985, a más de la mitad del episcopado, integrado por 80 obispos, 66 de ellos con diócesis.

Candidatos

La candidatura de García Gasco cuenta, según los ambientes eclesiales, con menos fuerza que otras dos que circulan: la del arzobispo de Santiago de Compostela, Antonio María Rouco, de 57 años, y la del obispo de Alicante, Francisco Álvarez, de 68. Las fuentes consultadas señalan que Rouco podría ser el delfín natural de Suquía. No en vano, recuerdan, fue nombrado auxiliar de Santiago cuando el actual arzobispo de. Madrid dirigía esa archidiócesis gallega.La juventud de Rouco parece actuar en los medios consultados como un elemento que juega en contra de su candidatura, porque tendría un largo mandato en la diócesis de Madrid: 18 años. La candidatura de Álvarez, que algunos prelados alinean, como a Rouco, con el sector conservador del episcopado, aunque hay alguno que defiende su taranconismo, ganó muchos enteros durante la asamblea plenaria del episcopado de mayo último. Elías Yanes, arzobispo de Zaragoza y presidente de la Conferencia Episcopal desde febrero de 1993, es otro candidato.

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