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La generación X busca la inspiración en los veteranos de la contracultura

Ginsberg, Corso y Ferlinghetti se reúnen 50 años después de la revolución 'beat'

Andrés Fernández Rubio

La gabardina de Jack Kerouac pertenece, ahora al actor Johnny Depp, que pagó por ella casi siete millones de pesetas. Durante los seis últimos días, los supervivientes del movimiento beat, encorbatados, profesorales y con el pelo gris, volvieron al Greenwich Village -a las calles y cafés del mítico barrio y a las aulas de la Universidad de Nueva York- para repetir su mensaje contracultural. Y se encontraron con un público, no de hippies trasnochados, sino de jóvenes que agotaron las localidades. Rastreaban las conexiones entre la desorientada e inmadura generación X y aquel espíritu espontáneo, libre y rebelde que Allen Ginsberg sigue representando.

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Rodeado de los poetas Gregory Corso, Lawrence Ferlinghetti y Michael McCIure, el músico David Amram y simpatizantes del movimiento beat como Anne Waldman o Ed Sanders, entre otros muchos, Allen Ginsberg presidió unas abarrotadas sesiones que celebraban otro encuentro en Nueva York, de tres personas, hace 50 años: Ginsberg (Aullido), Jack Kerotiac (En la carretera) y William Burroughs (El almuerzo desnudo), en 1944.Al reencuentro faltó Kerouac, que murió solo y borracho en 1969 a los 47 años, aunque se leyeron en el parque de Washington Square textos de su libro. Burroughs, de 80 años, llamó por teléfono, excusó su asistencia diciendo que sus gatos lo necesitaban, y ofreció pintorescos consejos del estilo de: "Desconfía de las putas que digan que no quieren dinero. Lo que quieren es más dinero".

Maestro de ceremonias

Allen Ginsberg se mantuvo más cercano a la realidad y sostuvo que el espíritu beat puede iluminar a la generación X para comprender el humor, la ecología, la franqueza sexual, el pensamiento oriental o el candor político. Recordó el significado. de la palabra beat: "Exhausto, en el culo del mundo, mirando hacia arriba y hacia afuera, insomne, con una visión amplia, perceptivo, rechazado por la sociedad, a tu aire, sabio de la calle".El poeta de Aullido hizo de respetable maestro de ceremonias, y firmaba sus libros con dibujos de girasoles a jóvenes lectores. "Allen Ginsberg sigue vivo y pataleando", dijo uno de ellos. "Mucho de lo que pasó en los sesenta está volviendo a ponerse de moda". Y precisamente la moda ha sido la única concesión de Ginsberg al permitir que su fotografía vistiendo pantalones caquis aparezca en una inteligente campaña de anuncios de las tiendas GAP (el dinero cobrado ha ido directamente a la Escuela Jack Kerouac).

Ginsberg, profesor en el Brooklyn College, ya no necesita fotografiarse desnudo tocándose la entrepierna para provocar a sus censores. Ahora que recibe homenajes en todo el mundo (su último premio lo recibió en Francia: Caballero de las Artes), sigue viviendo. en un apartamento alquilado, sin ascensor y con muebles sencillos. Ya no está con su amante de muchos años, el también poeta Peter Orlovsky, aunque son amigos, y escribe poemas sobre su cuerpo arrugado, pero todavía ávido ante los chicos de 18 años.

El profesor de arte de la Universidad de Nueva York Ed Adler, organizador de los actos (que incluyen una reposición abierta hasta el 10 de junio), estaba encantado por la calidez y la euforia de la audiencia, que le recordaba a los anos sesenta. "Se vio en todas las conferencias que hay una insatisfacción general con el status quo ", dice, "con una ecoponomía inflada por los yuppies, y una generación que no tiene fácil acceso al trabajo y a la vivienda. La conexión entre estos jóvenes y la beat generation es interesante, porque fueron los beat los que después de la lI Guerra Mundial, cuando todo entró en un plano materialista, dijeron: ¿dónde queda la espiritualidad?".

Según Adler, gente como Ginsberg no ha perdido la frescura, sino al contrario, sigue produciendo ahora algunos de sus mejores trabajos. Eso se junta a la vivacidad de sus críticas. En su recital, Ginsberg, haciendo gala de su talento también para la puesta en escena, clamó: "Venid, cerdos de la civilización occidental, comed más grasa".

Temor a los conservadores

El poeta que alcanzó el reconocimiento mundial con su obra poética Howl (Aullido), les teme más a los conservadores de hoy que a los de los años cincuenta: "Entonces, la derecha era inconsciente, pero hoy tienen muy claras las cosas que no aprueban, como el arte o los homosexuales, por ejemplo. Empujan su visión de un mundo extremista monoteísta, pero son unos grandísimos hipócritas".En las entrevistas, a Allen Ginsberg le quedan bríos para denunciar a los telepredicadores estadounidenses, los políticos cínicos, los policías corruptos, la CIA, la cobardía de los medios de comunicación y la política con respecto a las drogas. Considera que en terrenos como la lucha por la legalización de la marihuana y el ecologismo, la generación X y la beat coinciden plenamente. "Estoy a favor del pacifismo en la política, de la meditación, del candor en la vida personal".

Frente a la confianza que inspira la figura de Allen Ginsberg, los jóvenes de la generación X que abarrotaron la conferencia dedicada al legado de los beat, atraídos por la presencia del periodista Hunter S. Thompson, recibieron un irónico diagnóstico de éste sobre su fragilidad en una época devorada por las modas: "Sois lo que los beatnicks en los años sesenta, pero pronto seréis la generación Z. Sois el modelo de la última temporada".

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