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Entrevista:

"Nosotros sólo respetamos a los indios en los museos"

"El grito de los indígenas de Chiapas es el grito universal contra la marginación", asegura, de paso por Madrid, el escritor mexicano Carlos Fuentes. "De una cierta manera, los chiapanos dicen: preferimos todavía ser explotados a ser marginados, ya que por lo menos ser explotados significa tener salario". "Es un grito que se oye cada vez más en el mundo añade. "También es el grito de los desempleados de Europa y de todos los que la modemidad deja apartados".Pregunta. ¿Es la de Chiapas la primera sublevación armada verdaderamente indígena de la América Latina moderna?

Respuesta. De una cierta manera, sí. Cuando los indígenas de Chipas hablaron con el presidente Salinas, me di cuenta de que tenían su propio vocabulario, su propio modo de expresión, su propia memoria. No tiene sentido que a ellos los pretenda representar el PRI [Partido Revolucionario Institucional], Hubo voces, tras el levantamiento, diciendo que los indios sobraban que todos los mexicanos pobres sobraban, y que, si, se pudieran eliminar, México ya sería un país del Primer Mundo. Es el discurso de la modernidad excluyente, el que no puede funcionar.

P. Los chiapanos se expresaban tanto en términos étnicos como de lucha social...

R. Sí, pero también pedían refrigeradores, querían el ingreso en el mundo moderno. Y entendieron que la democracia para Chiapas era inseparable de la democracia para todo el país. El elemento étnico es frágil en un país mestizo como el nuestro donde el impulso centralista puede acabar arrastrando a los indios, que son 10 millones frente a una población total de 90 millones. Dicho eso, es verdad que también reivindicaban valores que les son propios, como el rito, el ceremonial, el pasado, la unión con la naturaleza.

Integración y diferencia

P. ¿Se puede reinvindicar a la vez la intégración y el derecho a la diferencia?R. Es hoy un gran problema en todo el continente, incluso en Estados Unidos. Ha quebrado el mito del melting pot, según el cual los inmigrantes en Estados Unidos acababan convirtiéndose en gringos perfectos. Los asiáticos o los latinoamericanos afirman que pertenecen a la sociedad norteamericana, que trabajan en ella, que tienen los mismos derechos, pero que quieren mantener su identidad cultural. ¿Cómo conciliar la equidad y el respeto a la diversidad? Es un problema que se plantea en todas partes, no sólo con los indios en nuestro continente, sino con los inmigrantes, los turcos en Alemania u otros. Hay muchos indios, hoy, en la aldea global.

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P. Y este derecho a la indianidad sigue sin ser reconocido...

R. Nosotros sólo respetamos a los indios en los museos. En la vida diaria somos peores que Cortés o Pizarro. Es otra vez el discurso de la modernidad excluyente. Hemos sacrificado el pasado indio porque nos parecía bárbaro y el pasado español porque nos parecía anacrónico.

P. ¿No se debe al hecho de que la independencia del continente se realizó asimilando e imitando los conceptos de la Revolución Francesa?

R. Hemos querido construir la modernidad imitando el modelo europeo y adoptando sus leyes, y hemos creado así un país legal totalmente distinto del país real. Pero esta vía fracasará. No hay otra vía que la de la policultura. Debemos coexistir con todos n uestros pasados.

P. En el plano interior, ¿se ha resquebrajado definitivamente el sistema priísta?

R. La rebelión de Chiapas ha puesto fin a la hegemonía del partido dominante, que ya estaba en crisis. Es claro, por ejemplo, que el próximo Gobierno tendrá que ser de coalición, muy representativo. Pero lo más importante es que la sociedad civil está ocupando el espacio libre, yendo por delante de los partidos. Por eso no ha sido capaz todavía de organizar una fuerza política comparable a su fuerza social.

P. ¿También se ha resquebrajado el reformismo salinista?

R. Es que con Salinas no hubo jamás apertura del PRI, sino crisis del PRI, lo que es muy distinto. El PRI no se abrió, ni registró la adhesión de nuevas fuerzas. No ha sido capaz de renovarse internamente, y se quedó desconcertado, desintegrado. Una gran oportunidad democrática para el PRI habría sido convocar una convención para designar al sucesor de Colosio como candidato del partido a la presidencia. Pero no se hizo, por temor a las divisiones internas.

P. ¿Quiere decir eso que el PRI sigue cerrado a la confrontación libre de ideas?

R. Totalmente. Los mexicanos ya hemos perdido la esperaranza de una renovación interna del PRI. Y además eso ahora se está volviendo irrelevante, ya que si tenemos otros partidos que funcionan con vigor, que se hacen cada vez más presentes en la escena, ya no importa tanto lo que pasa en el PRI. ¡Que se las arregle solo!

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