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La Unión regresa al 'factor humano'

El trío emprende su gira 10º aniversario alejado de la tecnología

La Unión presenta mañana en Madrid (sala Aqualung) su último disco, Psicofunkster au lait, coincidiendo con el décimo aniversario de Lobo hombre en París, una canción que significó su nacimiento, su mayor éxito y su cruz. Desmarcado de estilos y movidas, La Unión intenta recuperar el factor humano de la música por encima de la tecnología, reniega del radicalismo de los 80 y pretende que la música sea algo más que un consumo adolescente.

Hace más de un año que Luis Bolín, Mario Martínez y Rafa Sánchez no pisan los escenarios españoles. La grabación en Nueva York de Psicofunkster au lait, su séptimo disco, tiene la culpa. "Algunos de nuestros discos envejecían muy mal. Por eso buscamos en éste sonidos más clásicos. Al cabo de diez años no vamos a hacer experimentos", dicen Luis Bolín y Mario Martínez. El cantante Rafa Sánchez, en el médico, llegará más tarde. Las recientes actuaciones en Galicia -comienzo de una apretada gira por España y América que durará todo el año, han pasado factura a su voz.El disco Psicofunkster... ofrece ese eclecticismo característico de La Unión, tan vituperado como apreciado. "Siempre hemos mantenido una variedad musical. Es la cultura que nos ha tocado vivir", afirman. "Entre los años 1975 y 1984, la música fue muy abierta. Llegaba todo y España vivía en la calle. Es difícil casarte sólo con una historia cuando la información ha roto todas las barreras y la cultura local se desvirtúa. Nuestra música es un lenguaje permeable, aunque esta diversidad es un arma de doble filo, porque hay quienes exigen cosas más concretas".

El grupo aprovecha la ocasión para cuestionar la infraestructura de la música española -"se construye sin base. Hay grandes explosiones muy poco sólidas, no hay empresarios privados ni salas"-, su escasa implantación cultural -la cultura de la música está enfocada hacia los adolescentes. Luego se limita a ser un ocio más, porque la masificacion de los medios ha rebajado el espíritu musical"-, la excesiva tecnificación -"Ia tecnología está cambiando la música; por eso nosotros hemos vuelto a algo mas humano"- y el radicalismo de los 80 -"ese desprecio de músicas anteriores no lo hemos entendido. Nunca nos hemos sentido metidos en movidas locales; quizá por eso nos trataron bien en Barcelona"-

Diez años después, el trío intenta desmarcarse de una cara y una cruz que tiene nombre de canción: Lobo hombre en París. "Comenzar la carrera con un éxito es un arma de doble filo. Decían que éramos un grupo de fans. Las cosas necesitan tiempo para madurar y aquí no se da esa oportunidad. Al segundo disco, nos daban por acabados. El tiempo nos ha dado la razón".

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