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SEMANA DE DUELO PARA LA CULTURA

Muere el norteamericano Charles Bukowski, el último de los escritores 'malditos' de este siglo

El apologista del alcohol y el sexo 'sucio' falleció en San Diego a los 73 años

El escritor norteamericano Charles Bukowski, que encarnó, tanto en su obra literaria como en el modelado de su propia existencia, la figura del marginado, alcohólico irredento y obseso sexual, redimido tan solo por su inmensa capacidad de beberse la vida a cubos, falleció ayer, a los 73 años de edad, en la localidad de San Diego (California) víctima de una neumonía. Poeta maldito, que alcanzó una considerable fama en Europa -en ningún caso similar a la que obtuvo en Estados Unidos- gracias a su narrativa, escribió con total impudicia sobre las intimidades de un mundo de perdedores natos del que se desprendía una espléndida lucidez, guía imperfecta para sobrevivir en una sociedad de triunfadores.

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"Yo creo en el alcohol, pero hay que estar en buena forma para poder beber. Tomo buenos vinos, me gusta ser bueno con mi estómago; si soy bueno con él, él es bueno con mi mente, mi mente es buena con mi espíritu y mi máquina de escribir es buena conmigo", explicaba Bukowski, para añadir: "Mi estado de lucidez lo consigo con el alcohol". Y era cierto, aunque sólo en parte, ya que únicamente pudo permitirse buenos vinos cuando empezaron a llegarle los derechos provinientes de la edición de sus obras en Europa, que le administraba su gran protector, el director de la pequeña editorial Black Sparrow Press, de Santa Bárbara. Y eso fue cuando ya cruzaba los sesenta.Pero fue maldito por propia decisión. Nació en la localidad alemana de Andernach en 1920, hijo de un soldado norteamericano destinado en Europa después de la Gran Guerra. Cuando tenía dos años su familia se trasladó a Estados Unidos, concretamente a Los Ángeles, y su infancia no pude ser etiquetada de pobre, ya que estudió en Los Angeles High School y después en el L.A. City College. Pero al cumplir los 20 anos abandonó la casa paterna y se embarcó en una vida trashumante, a menudo rozando la delincuencia, que le llevó a recorrer el país en el espíritu más puro de los héroes de la generación beat.

Acabada esta fase iniciática, empezó a escribir mientras trabajaba de cartero, oficio que desempeñó durante más de una década y de cuyas experiencias nacieron sus dos primeros libros de narrativa, Cartero y Factotum. Pero las exigencias del reparto de misivas a domicilio, bañadas en alcohol barato, hicieron mella en él y acabó ingresado en el hospital con una perforación de estómago y el hígado en muy mal estado.

Jugador empedernido -se gastaba todo lo que tenía apostando en las carreras de caballos- abandonó Correos y desempeñó toda clase de oficios, aunque sin abandonar la penitencia diaria de sentarse frente a su vieja Underwood y describir con un estilo cada vez más personal su visión estilizada de su propia existencia, que -como sucede con los grandes testigos de su tiempo- era también una visión del mundo.

Cuando llevaba medio siglo en la Tierra decidió dedicarse exclusivamente a escribir -"porque si no lo dejaba me iba a volver loco"- y fue entonces-cuan-do parió Escritos de un viejo indecente, que obtuvo un éxito considerable en Europa; sólo en Alemania vendió más de 200.000 copias. El propio Bukowski reconocía que parte de su éxito se debía a la operación de lanzamiento en la que se le comparó, por un lado, a malditos europeos como Jean Genet y por otro a los clásicos de la generación beat como Jack Kerouac o William Burroughs, sin olvidar al único con quien realmente podía comparársele: Henry Miller.

Sin embargo, el viejo indecente, a quien sus amigos llamaban Hank, nunca admitió estas influencias, reclamándose hijo literario tan solo de un oscuro escritor, el también californiano John Fante, hombre de talento indiscutible que, fagocitado por los estudios de Hollywood como guionista a sueldo, escribió únicamente tres novelas entre las que destaca Ask the Dust.

La última parte de su vida está marcada por un cierto éxito profesional, acompañado por una considerable producción literaria. Su popularidad, aderezada por explosivas apariciones en los medios de comunicación, le permite incluso llegar al cine. Marco Ferreri lleva a cabo Ordinaria locura, Barbet Schroeder filma un guión del propio Bukowski sobre su juventud que en España se titula El borracho y el belga Dominique Deruddere rodó tres de sus cuentos bajo el título de Amor loco.

A su muerte deja Bukowski una obra considerable, compuesta por más de 1.000 poemas, entre los que merece mención especial Mockingbird wish me luck así como cinco novelas y seis libros de relatos, entre las que destacan La máquina de follar, Erecciones eyaculaciones y exhibiciones y Escritos de un viejo indecente, entre otros, todos ellos publicados en España por Editorial Anagrama.

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