Una huelga que fue general y un sondeo que fue correcto
Era imposible que un acontecimiento tan importante como la huelga general del 27 de enero pasara sin que algunos de ustedes se dirigieran a la sección de Cartas al Director y a la Defensora del Lector para expresar, en unos casos, sus opiniones y, en otros, sus quejas. El espacio reservado para sus cartas en este periódico durante varios días no fue suficiente para dar cabida ni al 10% de las opiniones enviadas.Acuso recibo desde aquí a quienes escribieron a este departamento para mostrarse disconformes con la línea editorial de EL PAÍS. Todas la opiniones, las suyas como las del periódico, son libres y discutibles. Lo que no debería ser tan discutible es la información y el significado de las palabras.
Por eso, he recogido dos quejas concretas que considero interesante aclarar. La primera tiene que ver con la encuesta publicada el 29 de enero.
Joan Coscubiela, de Barcelona, envía una larga carta de protesta denunciando lo que considera manipulaciones y que, explico inmediatamente, no lo son. Resumo aquí sus observaciones y la respuesta que merecen:
1. Es imposible que, como se dijo en primera página, un 53% de los huelguistas declare haber seguido el paro como protesta por la forma de gobernar de Felipe González; un 40%, para expresar su apoyo a las propuestas sindicales, y un 24%, por miedo. El total daría un 117%, lo que es absurdo.
Respuesta: es correcto, porque se trataba de una pregunta con "posible respuesta múltiple". Sin embargo, EL PAÍS cometió un error porque no aclaró este extremo en el texto y no reprodujo, por falta de espacio, el gráfico, en el que sí se incluía esa característica.
2. La pregunta sobre los motivos para seguir la huelga ha ido dirigida al universo de encuestados, huelguistas y no huelguistas. Mezclar los dos conduce a resultados que pueden resultar confusos.
Respuesta: la Defensora del Lector ha consultado a los técnicos de Demoscopia, empresa a la que EL PAÍS encarga habitualmente sus sondeos. Según ellos, la pregunta se dirigió, efectivamente, a todos los encuestados, huelguistas o no, pero se analizó después separadamente. La opinión de quienes habían participado en la huelga es la que se recogía en el texto de primera página del diario, sin gráfico. La de todos los encuestados figuraba en un cuadro en página interior.
3. ¿Quién elabora las preguntas de las encuestas?
Respuesta: EL PAÍS indica los temas sobre los que desea que se pregunte, y los técnicos de Demoscopia elaboran la formulación concreta.
4. ¿Quién decide su presentación informativa?
Respuesta: evidentemente, EL PAÍS, propietario de la información generada por el sondeo. Demoscopia está obligada, sin embargo, a velar para que dicha presentación no implique, directa o indirectamente, un sesgo en el sentido de los resultados del sondeo.
Así lo exige el código deontológico de la Asociación Europea de Empresas de Estudios de Mercado y Opinión (Esomar), que Demoscopia suscribe. Hasta ahora, la presentación informativa de EL PAÍS no ha dado pie a queja alguna.
5. ¿Quién garantiza que no hay manipulación?
Respuesta: en primer lugar, las reglas éticas y los mecanismos de control de este periódico. Y en segundo, el mencionado código deontológico de Esomar, que obliga a la empresa Demoscopia a velar para que no se produzca.
Ese mismo código establece, incluso, que el propietario de la información (en este caso el diario EL PAÍS, que paga la encuesta) puede dar a ésta la publicidad que desee (total o parcial), pero siempre que la supresión de alguna pregunta realizada en el sondeo no implique sesgo, deformación o alteración del sentido global del estudio.
Espero que estas explicaciones, quizás un poco prolijas, les ayuden a ustedes, los lectores, a leer más fácilmente los resultados de un sondeo y, sobre todo, a saber algo más sobre cómo se elaboran. Estén pendientes de los requisitos que deben exigir a los medios de comunicación, y a las empresas de encuestas, para confiar en su honestidad.
La segunda queja que quiero reseñar no tiene que ver con sondeos ni datos concretos, sino con el lenguaje y con un título, el que figuraba, a cinco columnas, el 28 de enero, en primera página de EL PAÍS: La huelga no fue general.
Un lector, que no desea ver su nombre publicado, pero que es catedrático de Lengua, telefoneó para advertir: "La huelga sí fue general; en todo caso, podrían ustedes decir, sin alterar el sentido del castellano, que no fue total".
Tiene razón. Se trataba de un juego de palabras, un guiño periodístico, que pretendía hacer atractivo el titular, pero que no respetaba el auténtico significado de las palabras. Lo contrario de "general" no es "parcial", sino "particular".
Huelga general, según el Diccionario de la Real Academia Española, quiere decir "la que se plantea simultáneamente en todos los oficios de una o varias localidades". Así que, sin lugar a dudas, la huelga del 27 de enero sí fue general.
