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Ella perdió su vida en las rebajas

Juan José Millás

Yo escribo todos los años un artículo sobre las rebajas porque las rebajas son como los ejercicios espirituales, que hay que hacerlos al menos una vez al año. Ya sé que luego, en julio, vienen otras, pero las verdaderas, las de la necesidad, son las de enero. A los ejercicios espirituales ya no voy, peor para mí, ni al cementerio el día de los muertos. Hasta he dejado de acudir al mitin de la Casa de Campo el 1 de mayo, que ni siquiera sé si existe ya ese día; a lo mejor se lo ha tragado el sumidero de la PSV, en cuyo torbellino anda dando vueltas la UGT. No lo sé, el caso es que no voy a ningún sitio, ni a los cócteles, que en los cócteles no se me ha perdido nada. Pero las rebajas no me las pierdo por nada del mundo. Son mi 1 de mayo y mi día de los difuntos y mis ejercicios espirituales y mis cócteles, todo junto.El caso es que ahora que digo que en los cócteles no se me ha perdido nada, caigo en la cuenta de que en realidad voy a la rebajas a buscar algo que perdí en una época remota. Todo el mundo va a lo mismo. Si contemplas las caras de quienes acudimos a las rebajas y observas el gesto desesperado con el que levantamos una cosa para mirar lo que hay debajo, comprenderás que, más que algo barato, buscamos una cosa olvidada. Algunos creen encontrarla y la pagan, porque hace tanto tiempo que se la dejaron allí que no habría manera de convencer al encargado de que es suya. Yo ya no compro, antes sí, porque nada de lo que veo me consuela de lo que he perdido. O sea, que hasta que no dé con lo que busco no pienso cargar con otra cosa.

En realidad, creo que lo que busco lo perdió mi madre. Recuerdo que me llevaba a las rebajas y se ponía a revolver como una loca por todas las secciones; daba la impresión de que había perdido allí algo fundamental para su vida, que también era la mía. Cómo iba a saber yo entonces que aquello era una tienda. Yo veía a la gente levantarlo todo, como cuando perdías la goma de borrar entre los cuadernos de caligrafía, y me angustiaba ver que la mayoría no encontraba nada. Sufría sobre todo por ella, por que su frenesí era tal que parecía haber perdido el alma. Total, que crecí con el convencimiento de que los grandes almacenes eran las oficinas de objetos perdidos de la vida.

Luego comprendí que, además de eso, eran también lugares para ejercitarse en la venganza. Observo a mucha gente que va a las rebajas para vengarse de la gabardina que no ha tenido durante los meses anteriores. Ahora la compran por dos duros, es un decir, y son capaces de llevarla hasta julio, aunque se mueran de calor. Hay en El libro de las alucinaciones, de José Hierro, un poema en el que un hombre se compra un caballo de verdad para vengarse del caballo de cartón que no tuvo. Pues eso, aunque la verdad es que no quiero hablar de los caballos, que enseguida salen a relucir Sarasola y Carlos III y se comen el artículo. Por cierto, que dicen los de Promadrid, qué gente, que el rey alcalde andaba el pobre jorobado porque no tenía en la capital ninguna estatua ecuestre, de manera que para vengarle le han hecho una de dos pisos, que también debe de proceder de las rebajas porque les ha salido por dos duros. Lo malo es que la quieran amortizar igual que los de la gabardina vengadora.

La cosa es que este año ya he estado en las rebajas y tampoco he dado con lo que perdió mi madre, que, aunque no sé lo que es, creo que lo reconocería si lo viera. O sea, que sigo yendo por si acaso, con el mismo derecho que otros van a los cócteles para comerse una croqueta hueca, o al 1 de mayo para oír lo que no es, o, en fin, al cementerio con la ilusión de ver a quien no está. Es mi modo de vengar su memoria y de no perder la mía.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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