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Entrevista:

"En mi pueblo, ser cabaretera suena fátal"

Tiene un nombre muy de vecindad, de los que suenan bien con el artículo delante. Precisamente a sus vecinos regala Trini Iglesias, de 30 años, una sesión de gimnasia, a base de gorgoritos, cada sábado al atardecer, para ahuyentar los gallos con vistas a su actuación en el teatro María Guerrero. Ella, que odia trasnochar y vive de los insomnes, ensaya tempranito para no molestar, hasta que sus cuerdas vocales se pliegan como los ligamentos de un atleta. Con la boa al cuello y a corazón abierto pone en escena La diva responde. Una confesión a trino limpio, y nunca mejor dicho, frente a un auditorio donde la tercera edad se codea con un heavy melenudo y tierno que al final, a falta de rosas, manda un dibujito dedicado al camerino de la artista. Trini Iglesias es asturiana y licenciada en periodismo, residente desde hace 13 años en Madrid. Repasa los escenarios de su historial artístico y se asusta al comprobar que la mayoría de ellos han pasado a mejor vida por orden municipal: el Chamberí, Elígeme, los trasnoches del Alfil... ¿Seré un poquito gafe?, se pregunta temerosa. Sin embargo, hasta México han llegado a bordo de su voz el Tápame, tápame, el Relicario y el Ven y ven. Su actual espectáculo, mucho menos sicaliptico, instala, en un teatro considerado muy serio, los cantes y los cuentos del cuplé, la copla o el cabaré.Pregunta. ¿Cuál sería el término exacto?

Respuesta. La fórmula suele ser casi la misma. Canciones y textos más o menos serios, pero con un guión bien elaborado. Algunos dicen cuplé, otros café teatro, café cantante, teatro de bolsillo... Hija, yo no sé. Porque, en cierta forma, también es cabaré, pero en mi pueblo les suena fatal que me llamen cabaretera. Piensan que ando por ahí, apoyada en una barra americana. Me hace más ilusión lo del teatro, porque de él vengo.

P. Es usted periodista, pero prefiere trabajar como cantante y actriz.

R. Estudié Ciencias de la Información, pero jamás he ejercido lo que se llama un periodismo informativo. Me gusta mucho la radio, y presenté en cierta ocasión un programa de televisión, El salero. Siempre quise estudiar arte dramático, y así lo hice. Además, en cuanto empecé a ganar algo de dinero, tuve muy claro que quería reinvertirlo en mí, en mi voz, y me matriculé en una escuela privada de canto.

P. ¿A qué responde exactamente la diva?

R. A lo que le da la gana, ¡para eso es una diva! A sus admiradores les apetece conocer su relación con los hombres, si es cierto que se cumplen esos tópicos como la renuncia a la maternidad o la familia por amor al arte. Son temas íntimos y serios, pero siempre buscando un espectáculo que divierta a la gente.

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P. ¿Algún detalle personal? ¿Secretos de camerino?

R. A mí nunca me han mandado joyas. Una vez, un chaval perfectamente ataviado para un concierto de los AC DC vino casi a rastras y terminó dedicándome un dibujo firmado cariñosamente El Pelos.

P. ¿Ayuda a cantar bien estar entradita en carnes?

R. Ja, ja. No, para nada. En mi escuela de canto las hay bien flaquitas con unas voces increíbles.

P. ¿Qué es lo que más añora de su Asturias natal?

R. El color verde, la humedad, la lluvia. A mí, en cuanto me caen encima cuatro gotas me pongo a cantar. Aunque vaya sola andando por la calle. La verdad es que estoy bastante contenta de vivir en Madrid, aunque tuve que cambiar de barrio y dejar mi querido Chamberí, porque ¡hay que ver cómo se han puesto los alquileres!

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