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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El talento de Tarentino

Amor a quemarropa es una brillante peripecia sobre qué puede pasar cuando un cinéfago inmaduro, un soñador que sustituye la negra realidad por la confortable heroicidad de la pantalla, decide emular a sus adorados seres de ficción y se lanza al combate. Un estallido brutal y doloroso, la revisitación descarnada del universo irreal de Sailor y Lula, la confirmación -por si alguna falta hacía- de que el amor se agazapa hasta en donde menos se espera. Y la confirmación, igualmente, de que el talento de Tarantino, de manifiesto en Reservoir.Amor a quemarropa es la enésima prueba de un viejo aserto, aquél que sentencia que con un buen guión se puede hacer un buen filme, aunque quien lo ruede no sepa lo que se trae entre manos. Y Tony Scott, el ínclito confeccionador de Top Gun, de Revenge o Superdetective en Hollywood II, es todo menos un creador, aunque aquí parezca que por fin ha encontrado el filón de su vida. Y si la película se salva -no sólo se salva, sino que resulta tan excitante, tan imprevista, tan modélicamente salvaje e inocente al mismo tiempo-, no es ciertamente por su oficio.

Amor a quemarropa (True romance)

Dirección: Tony Scott. Guión: Quentin TarantIno. Fotografia: Jeffrey Kimball. Música: Hans Zimmer. Producción: Samuel Hadida, EE UU, 1993. Intérpretes: Christian Slater, Patricia Arquette, Dennis Hopper, Val Kilman. Estreno en Madrid: Palacio de la Música, FlorIda, Madrid y Renoir.

Todo lo bueno que hay en ella debe buscarse en el guión. Allí están esos personajes adorables y terribles -espléndidos Slater y Arquette-, ahí también sus crescendo imparable. Y en el guión está también la. sorprendente, extraña química que establecen entre sí una historia lírica hasta lo hortera y una brutalidad sangrienta, implacable. Y las fulgurantes apariciones de secundarios de auténtico lujo, como Brad Pitt, como Dennis Hopper y ChrIstoplier Walken, cuyo número puede quedar para una antología del humor negro; y los espléndidos diálogos que pautan todo el desarrollo del filme... ¡Que hubiese sido Amor a quemarropa dirigida por Tarantino!

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