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La plaza Mayor del pintor Carlos Franco

Tres galerías de arte muestran cómo se rehabilitó la Casa de la Panadería

Carlos Franco expone en tres galerías de Madrid el trabajo de taller realizado paralelamente a la intervención llevada a cabo en la fachada de la Casa de la Panadería, en la plaza Mayor. El pintor, que recibirá el próximo mes de noviembre el Premio de Gerencia de Urbanismo para trabajos artísticos relacionados con la ciudad, ha reunido la parte más personal del nacimiento de aquella mitología en una muestra que invita al paseo interior por la histórica plaza.

En ese nuevo rincón de espacios para el arte que se ha generado en los últimos años alrededor del Centro de Arte Reina Sofía, Carlos Franco (Madrid, 1951) ha reunido en tres exposiciones su trabajo, realizado paralelamente a la decoración de la fachada de la Casa de la Panadería, de la plaza Mayor. Gamarra Garrigues y Ginkgo, en la calle del Doctor Fourquet, y El Caballo de Troya, en la calle del Salitre, muestran el universo mitológico y castizo de un artista que ha llevado a cabo, con éxito, la mayor intervención plástica sobre un espacio público que haya tenido lugar en Madrid en los últimos años.En el espacio que hoy ocupa la obra de Carlos Franco estuvieron las pinturas de Luis González Velázquez, realizadas a fines del siglo XVIII, y las de Enrique Guijo, que reemplazaron a aquéllas en 1914. En 1988, el Ayuntamiento de Madrid abrió un concurso restringido para renovar el aspecto de la fachada, al que concurrieron Guillermo Pérez Villalta, Sigfrido Martín Begué y Carlos Franco.

Elegido el proyecto de Carlos Franco, el artista se rodeó de ocho pintores y dio comienzo a un proceso de trabajo en equipo, "apasionante", que le alejaba temporalmente de su papel de pintor aislado en su estudio, para sumergirlo durante meses en los modos, maneras y objetivos de un artista del barroco.

El tiempo y el trabajo

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"En principio, el desafío fue darte cuenta de que, junto a nosotros, el autor principal era el tiempo. Para un pintor contemporáneo es peligroso hablar de tradición. Comprobar que las soluciones de la historia funcionan y, lo que es más, son las únicas que funcionan".

El proceso de trabajo, en el que no dejan de ser significativas las incidencias, "menores, hay que reconocerlo", entre el artista y las autoridades municipales, duró nueve meses. El tiempo en el que la fachada estuvo cubierta de toldos y andamios fue más porque "el trabajo real quedaba interrumpido numerosas veces por las condiciones atmosféricas, por la falta de un color determinado o por el estado de un trozo de pared. Y ¿cómo le explicas a un funcionario que no puedes aplicar un color antes que otro, o que no puedes pintar por debajo de una temperatura o por arriba de un grado de humedad".

Las exposiciones de Carlos Franco recogen los trabajos de interior de aquella aventura pública. Franco optó por la mitología popular, el respeto al significado de ciertos restos (jarrones y cariátides) de la obra de su antecesor, Enrique Guijo, y la traducción castiza de la mitología clásica: Cibeles, Proserpina, Baco, Eros.... unida a la historia y distintos usos del edificio; así El pintor aprendiz y su musa o El panaderico.

Carlos Franco expone en las galerías Gamarra y Garrigues (Doctor Fourquet, 10 y 12), Ginkgo (Doctor Fourquet, 8) y El Caballo de Troya (Salitre, 20).

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