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Justicia entre los pinos

El macroproceso de la Operación Mago no ha hecho más que empezar. Aún tendrán que pasar varios meses hasta que el presidente del tribunal, el magistrado Francisco Castro Me1je, pronuncie el ritual "visto para sentencia". Mientras tanto, 47 procesados deberán acudir, a gusto o a disgusto, a las largas sesiones, en espera de que se haga justicia entre los pinos que rodean el pabellón de la Casa de Campo habilitado como sala de vistas. Una vez desestimada la petición de que únicamente fuese obligatoria la presencia de los procesados los días en que se fuera a hablar de ellos, todos verán pasar el otoño en esa sala. No obstante, el naviero Celso Barreiros y el miembro de la jet set Carlos Goyanes ya obtuvieron permiso para ausentarse de la sesión del pasado miércoles, alegando que se lo impedía su trabajo.Cincuenta policías nacionales se encargan de la seguridad de la improvisada sala. El pabellón tiene tres entradas: una para los magistrados y los abogados, otra para los encausados, y la tercera para los periodistas y el público. Pero el macroproceso no ha despertado la curiosidad popular, lo que hace que no se produzca la menor aglomeración de personas. Las Madres Contra la Droga llegadas de Galicia sólo estuvieron en la sala durante las dos primeras jornadas. Ahora sus asientos los ocupan familiares de los acusados y algún estudiante de Derecho aspirante a juez.

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'Arrepentidos' en el purgatorio

Ricardo Portabales y Manuel Fernández Padín jamás cruzan una palabra con sus compañeros de banquillo. Llegan con los policías que se han convertido en su sombra y luego se sientan apartados de los demás procesados, como si estuvieran apestados.

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