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Crítica:DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El túnel del tiempo

El teatro de la plaza de Colón se llenó para aplaudir a Antonio Ruiz Soler (Sevilla, 1921). La ovación duró 12 minutos entre bravos y olés más que merecidos: Madrid a los pies del renovador del ballet español en la segunda mitad del siglo, y todos los elogios son pocos para quien se inventó los pasos del martinete o jerarquizó ritmos y bailes hasta el formato del gran ballet. El Ayuntamiento le dio la medalla al mérito artístico y se notó más que es, paradójicamente, el único grande de la danza española que no posee la de las Bellas Artes.La verdad es que este homenaje reverente lo comenzó María Rosa en 1987, cuando repuso en el teatro Monumental el delicioso Paso a cuatro (1956) y le encargó a Antonio El Rocío, que sería su última creación hasta hoy. La modesta función de anteanoche en la Villa tenía un interés añadido: ver dos coreografías ausentes largos años de los escenarios. En primer lugar, Sortilegio de los collares (1952), que está lleno de ideas y maneja todavía el formato de cámara (Antonio no formaría gran compañía hasta un año después). La Danza XI de Granados le facilitó la tarea de armar una lectura muy musical donde no falta la innovación a través de una fantástica intuición, al hacer convivir los estilos vernáculos con los foráneos. A finales de los años cuarenta, un crítico argentino escribió sobre el "concepto intelectual coreográfico" de Antonio, lo pronto que maduró ideas y recicló influencias del ballet clásico o del agitado ambiente de danza moderna que se vivía en la América Latina de entonces (especialmente Buenos Aires), por donde él giraba. Toda la danza teatral española posterior le debe muchísimo a estas obras. Es el caso también de La casada infiel (1978-1979), donde se integran sutilmente los modos aflamencados con el adagio de ballet y modernas evoluciones de la pareja en el suelo. Antonio creó La casada para su gira mundial de despedida y lo bailó con Alicia Díaz en todas partes menos en Madrid. Se cuentan como memorables la de Sapporo (Japón) y la de Córdoba. Ya antes Antonio había tocado a García Lorca como fuente de inspiración (citemos Debajo de la hoja, Anda jaleo, Los cuatro muleros entre otras), pero debió esperar a la democracia para hacer este atrevido dúo explícitamente erótico y de gran belleza. De los intérpretes, destaca el joven José Triguero intentando acercarse al tan enjundioso personaje del amante.

María Rosa y su Ballet Español

Concierto de Aranjuez: María Rosa, Antonio Alonso y Cristina Hernando / Joaquín Rodrigo; Sortilegio de los collares: Antonio / Enrique Granados; Capricho español: Victoria Eugenia y Juanjo Linares / Rimsky Korsakov; La casada infiel: Antonio / Emilio de Diego. Centro Cultural de La Villa. Madrid, 29 de septiembre.

Ahora que ya ha recibido el gran Antonio estos homenajes en la práctica escénica, es urgentísimo hacerle justicia en lo teórico. La danza española clama por su sistematización moderna, por su historia escrita, por apenas su diccionario de voces técnicas y didácticas, y la obra de Antonio igual: compilar sus filmes, anotar coréuticamente sus coreografías, preparar su legado artístico contando con su voz. Hubo en la Villa lágrimas de emoción, palabras y muchísima sinceridad.

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