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Calvo Sotelo seguirá la línea de Soledad Ortega en la Fundación Ortega

Guillermo Altares

Lo que empezó siendo, cuando se creó en 1978, una fundación sin ánimo de lucro dedicada al estudio y a la difusión de la obra de José Ortega y Gasset ha acabado convertido en un instituto universitario donde se investigan materias que van desde las relaciones internacionales hasta la lingüística teórica. Después de poner en marcha y de presidir durante 15 años la Fundación Ortega y Gasset, Soledad Ortega Spottorno, que recibirá un homenaje el próximo jueves con asistencia de los Reyes, ha dejado el testigo de la dirección en manos del ex presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo.

Un relevo que, tanto para Soledad Ortega como para Calvo Sotelo, no significa un cambio de rumbo en la marcha de la fundación sino una continuidad en la línea de actuación que ha llevado a cabo en los últimos años. "Para mí ha sido una gran alegría", asegura Calvo Sotelo. "Siempre he sido muy orteguiano. Recuerdo que, en mi juventud, después de la guerra, la colección Austral iba editando todas las obras de Ortega y yo esperaba con impaciencia cada nuevo libro".

"La línea de actuación de la fundación se ha mantenido en lo esencial: un centro educativo donde se desarrollan proyectos de investigación y de docencia sobre áreas tradicionalmente desatendidas en nuestro país o poco tenidas en cuenta por las instancias oficiales", asegura Soledad Ortega.

Biblioteca y archivo

En 1978, cuando se creó la fundación, el objetivo principal era el estudio de la obra de Ortega y la ordenación de la biblioteca y el archivo del filósofo. Dos años más tarde se pone en marcha la cuarta etapa de la Revista de Occidente. En 1983 se crea el Centro Ortega y Gasset, gracias a la cooperación de la Universidad Complutense y de la Comunidad Autónoma de Madrid. Tras la aprobación de la Ley de Reforma Universitaria, la fundación se convierte, en 1986, en un instituto universitario.Una de las características principales de la Fundación Ortega y Gasset es que prácticamente carece de capital fundacional: un millón de pesetas, mientras que su presupuesto anual ronda los 800 millones. "No es cierto que la fundación dependa del sector público, ya que las subvenciones sólo representan un 14% del presupuesto. Todos los años genera sus propios recursos, tanto a través de la autofinanciación como a través de las ayudas del sector privado", asegura Antonio Ramos, secretario general de la fundación.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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