Incendios forestales
Después de varios lustros de graves incendios parece que nos hemos acostumbrado al hecho y lo vemos como un efecto inevitable de la llamada sociedad del bienestar (excursionismo) o de la extendida especulación. Así se explica la satisfacción del director del Instituto para la Conservación de la Naturaleza, señor Marraco, al constatar que a mitad del verano hubo más incendios el año pasado.Se afirma en círculos competentes que ya se ha llegado al máximo razonable en los medios humanos y materiales de extinción. Pero los desastres, aunque algo diminuidos, continúan; y sus efectos en la erosión, el clima, los manantiales, la fauna, la flora, etcétera, son de sobra conocidos.
Señores de Ministerio de Agricultura, de los gobiernos autónomos: déjense de consejos y cancioncillas publicitarias y prohíban de una vez el fuego (salvo permisos muy especiales) en el monte y sus aledaños con duras sanciones (como se hizo en el tráfico), cierren las pistas, aumenten la vigilancia, dejen actuar a los lugareños, que conocen mejor el terreno, etcétera. No hay derecho a que el fuego de unas chuletas, un café o un rastrojo arrase cada año decenas o cientos de hectáreas, que sumadas hacen muchos miles. ¿Hasta cuándo?.-