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Virtuosismo y pensamiento

Es dificil e inútil intentar el calificativo de "la mejor del mundo" para una orquesta. Por fortuna, las mejores constituyen un amplio grupo europeo y americano que sitúa el sinfonismo actual a una altura desconocida. Lo que resulta indiscutible es que en primera fila, con méritos superlativos, se encuentra la Sinfónica de Chicago, que dirige actualmente Daniel Barenboim como sucesor de Solti.En la segunda mitad del siglo pasado nacen las grandes orquestas de EE UU: Filarmónica de Nueva York (1847), Louisville (1866), Sinfónica neoyorquina (1878), San Luis y Boston (1881), Chicago (1891), Cincinatti y Pittsburgh (1895), Filadelfia y Dallas (1900), a las que se incorporan, ya en el siglo XX, Minneapolis (1903), Cleveland (1918), Los Ángeles (1919), San Francisco (1923) y Washington (1931).

Hace años, semejante nómina constituía una leyenda lejana que empezó a cobrar vigencia social en Europa a través de los discos. Hoy, esos fabulosos instrumentos de arte y cultura van y vienen por el mundo con gran facilidad. Este conocimiento necesario pone cada vez más alto el nivel de exigencia de nuestro público, por lo que resulta imprescindible, también en música, alcanzar una competitividad hoy problemática.

Perfección

Vienen las huestes sinfónicas de Chicago con su titular, Daniel Barenboim, pianista y director dilecto de la melomanía española, para hacernos vivir los mejores Mozart, Bruckner, Chaikovski y Brahms. Autores todos que la orquesta de Chicago entiende muy a la europea, en una priolongación geográfica de las tradiciones de raíz germana. Lo decisivo es la perfección con que esta orquesta asume cualquier repertorio: nunca se tocaron las Iberias, de Albéniz-Arbós, como lo hacen los músicos de Chicago, quienes, por otra parte, han contribuido notablemente al desarrollo de la creación contemporánea al estrenar y patrocinar gran número de. obras, desde Casella a Takemisu, desde Stravinski a Maderna, desde Kodaly a Carter o Lutoslawsky.

Barenboim, que compatibiliza la jefatura de la orquesta americana con la dirección de la ópera berlinesa de Unter der Linden, nos ha contado recientemente su "vida para la música" en un volumen fascinante que alterna la biografia con el pensamiento. "Estrella" por naturaleza, lamenta Barenboim, sin embargo, el actual predominio de los líderes carismáticos sobre las ideologías, de la imagen sobre la sustancia; afirma que "una excesiva preocupación por las tradiciones es signo de una cultura endeble" y preconiza el valor necesario para utilizar las experiencias del pasado como punto de partida para la visión el futuro.

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