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El Congreso de Guatemala pide al Ejercito que reinstale el orden constitucional

ENVIADO ESPECIAL El disuelto Congreso de Guatemala, reunido ayer en un lugar oculto de la capital del país, se opuso al autogolpe del presidente Jorge Serrano, a quien declaró dictador, e hizo una llamada al Ejército para que asuma "su papel histórico y patriótico y reinstale el orden constitucional". Los congresistas contaban mayoría: 64 de los 114 diputados con que cuenta la Cámara, por lo que su proclama fue recogida con entusiasmo y esperanza por la población civil, que ayer comenzó a despertar frente a la pérdida de sus derechos.

En el mismo documento, que recordaba las prácticas del doloroso pasado clandestino del país, el Congreso llamó a desobedecer los decretos golpistas de Serrano, sobre el que se comprometió a abrir un juicio político legal una vez se reinstaure la democracia en el país.La decisión del Congreso se unía a la de la también disuelta Corte Suprema de Justicia, cuyo presidente en la clandestinidad, Juan José Rodil, ya en libertad después de haber estado bajo arresto domiciliario y sufrir dos allanamientos armados en su casa, ha tomado un fuerte protagonismo contra el golpe.

Los documentos clandestinos llegaron milagrosamente a través de octavillas o del boca a boca a la población, por otro lado sometida a una feroz mordaza informativa que ya se extiende a las agencias de noticias extranjeras, entre ellas la española Efe, a la que se le han bloqueado sus comunicaciones con el exterior.

Ya por la mañana, al conocerse que Serrano había nombrado a la hasta ahora ministra de Educación, María Luisa Beltranena de Padilla, como nueva presidenta de la Corte Suprema, comenzaron las primeras protestas callejeras. Prácticamente todos los trabajadores de esta institución se echaron a la calle en señal de protesta, pero inmediatamente fueron reprimidos por la policía y el Ejército, que ayer reapareció en la calle.

Patrullas militares

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Las patrullas militares se veían, a partir del mediodía, por lugares céntricos. También había mucha policía desplegada. Sin embargo, pronto se descubrió que estos agentes eran soldados a los que se había provisto de uniformes policiales, en un intento de evitar lo que con el maquillaje inicial ya nadie cree: un golpe incruento con el Ejército en los cuarteles.

La concentración más impresionante, dadas las restricciones presidenciales, se produjo en el interior de la catedral de Guatemala, a escasos metros del palacio presidencial. Miles de personas desafiaron la fuerte presencia del Ejército, apostado en los alrededores del templo, y asistieron a una misa que pronto se convirtió en la primera manifestación de protesta popular masiva contra el régimen.

Al existir todo tipo de prohibiciones, las reivindicaciones constitucionales se hicieron a modo de rogatorias eucarísticas. Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz, llegó a mitad de la ceremonia y fue recibida con un estruendoso aplauso de varios minutos. Terminado el oficio religioso, desde el atrio catedralicio se desplegaron pancartas y gritos contra el autogolpe de Serrano.

La Embajada de Estados Unidos anunció ayer la suspensión de la ayuda al nuevo régimen de Serrano, medida que repercutirá especialmente en las relaciones comerciales. Esto provocó la inquietud en la poderosa patronal guatemalteca, ya sumada a las reacciones contra el presidente golpista, lo que ha convertido en casi unánime la repulsa al autogolpe que el presidente Serrano dio el pasado martes.

Dentro de las Fuerzas Armadas había ayer profundas divisiones, lo que motivó rumores de que se preparaba un supuesto contragolpe para devolver al país al orden legal.

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