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Tribuna
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La guerra de Yugoslavia empezó antes

Durante el periodo de preguerra, la sociedad yugoslava estaba muy militarizada. Los gastos militares y la acumulación de armamento aumentaron fuertemente, pero, al vivirse en una paz relativa, a esto no se le prestaba atención. Se creía que el Ejército federal iba a intervenir sólo para defender el territorio en caso de una agresión exterior y que nunca iba a participar en conflictos internos. A principios de 199 1, las mujeres advertimos del peligro de la militarización de la sociedad, al ver también el aumento de los grupos paramilitares, que realizaban también una gran acumulación de armas.El 9 de marzo de 1991 se celebró en Belgrado una manifestación, a la que acudimos unas 500.000 personas, para pedir de una forma prioritaria cambios de los cargos directivos de la radiotelevisión serbia. Éstos, en manos de Milosevic en su casi totalidad, estaban preparando el terreno para la guerra, instigando al odio y la intolerancia étnica. Esta manifestación también fue convocada por partidos de la oposición moderada, tal vez también nacionalistas. La policía reprimió la concentración con sus fuerzas especiales. Al multiplicarse los enfrentamientos entre manifestantes y policías, la dirección conjunta de Serbia, con la participación de los representantes de las distintas repúblicas, dio orden de sacar a la calle los tanques del Ejército federal. Ese día murieron dos personas: un estudiante y un policía.

A partir de ese momento creció la depuración ideológica en los medios informativos. Más tarde vino la limpieza étnica. El 93% de los medios informativos estaban en manos del Gobierno y depuraron a toda persona que estuviera en contra del mismo. Esta actitud ha sido constante y ha durado hasta hace unos tres meses. Se ha enviado a unas 1.500 personas que trabajaban en la televisión a unas vacaciones forzadas.

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La guerra en Eslovenia estalló en junio de 1991, y los grupos de mujeres la hemos considerado como una intervención militar del Ejército federal. Todos los grupos de mujeres y pacifistas (el Centro de Acción Antiguerra, compuesto por el Parlamento de Mujeres, el Lobby de Mujeres, el Parlamento de Helsinki, el Foro Étnico y el Movimiento Europeo), desde el primer momento, se han pronunciado en contra del nacionalismo. Uno de los primeros problemas con que nos encontramos fue el de la movilización forzada de reservistas, que se inició en mayo de 1991. Al ser una situación candente, tuvimos que darle prioridad. A los hombres con edades comprendidas entre 18 y 40 años había que ayudarles a no ser movilizados, y una de nuestras primeras estrategias fue la de llamar e incitar a la desobediencia civil, a la deserción.

La búsqueda del hombre en toda Yugoslavia ha sido organizada como la caza de la jauría humana, ante las dificultades que se han encontrado para su movilización. En Serbia se ha llamado a los enfermos y, sobre todo, de una forma implacable, a los miembros de los partidos de la oposición, así como a los obreros, a los campesinos y a los que no tenían estudios. La carne de cañón de esta guerra han sido los pobres y marginados.

En los primeros meses de la guerra hemos registrado unos 55.000 desertores en los cuarteles. En estos momentos sabemos de unas 300.000 personas que han abandonado Serbia para no ir al frente. Los integrantes del Movimiento de Paz no hemos podido o sabido -ni hemos tenido el apoyo del movimiento internacional- respaldar a esa gran cantidad de reservistas que se oponían a la guerra.

La tirada de toda la prensa, escrita de Yugoslavia no sobrepasa los 200.000 ejemplares diarios, que son asequibles a una parte muy restringida de la población. Los medios informativos independientes que recogen la opinión contraria a la guerra representan un 7% y sólo cubren Belgrado. Ellos han sufrido de una forma muy especial las repercusiones del embargo, por la dificultad de conseguir materia prima o energía. El embargo ha favorecido de una forma especial al régimen de Milosevic, porque éste sí tiene capacidad para hacer su propaganda y difusión.

Esta es la situación en Serbia, pero la de Croacia, según nos han dicho nuestros amigos y amigas, es idéntica. Al estallar la guerra de Eslovenia dijimos que todo pueblo tiene derecho a quedarse o marcharse de Yugoslavia, y que por la soberanía de ningún Estado merece que caiga un ser humano. Al comienzo del conflicto hubo un fuerte movimiento de madres y padres de los reservistas contra la movilización. En Serbia, el Comité de las Madres irrumpió, en julio del 91 en el Parlamento pidiendo el retorno de sus hijos de Eslovenia, diciendo que no habían ido al servicio militar para matar a sus familiares o amigos. Hubo protestas así en todas las repúblicas.

Nosotras hemos dicho en muchos comunicados que no nos interesan los rencores históricos, que el pueblo ha sido sometido y sojuzgado por la oligarquía nacional; que en todos los Estados de este territorio las mujeres hemos sido oprimidas. Por tanto, durante todo el año anterior a la guerra hemos pedido el desarme de Yugoslavia; que se pusiera fin a toda la propaganda necrófila en la que participaron muchos intelectuales nacionalistas, principalmente de dos Estados hegemónicos: Serbia y Croacia.

La mujer, al vivir en una sociedad fuertemente militarizada, no ha sido protagonista de su vida. Ha sido considerada como un ser autómata. En los partidos que fomentan el odio, el papel de la mujer ha sido relegado al de reproductora para la nación. Se necesita a sus hijos para combatir a sus hermanos y para que sean carne de cañón de todos los jefes fundamentalistas.

En la cultura de vida y de muerte, la mujer pide consejo sobre cómo hacer para convencer a los hombres de que no vayan a la guerra. Más allá de la opción política de cada una, ante conceptos abstractos como patria, nación, etnia, la mujer siempre apuesta por la vida, por sus seres queridos. El 95% de los voluntarios del Centro Antiguerra son mujeres. Éste no es un rol asumido en base al papel secundario que durante todas las guerras ha desempeñado la mujer como cuidadora del hombre. Tampoco es un trabajo asignado. Es nuestra opción política para trabajar en contra de esta guerra.

El sufrimiento de las mujeres ha sido instrumentalizado como factor de negociación. No se ha intentado paliar su sufrimiento. Todos los gobernantes han monopolizado las violaciones de sus mujeres para instigar al odio entre los pueblos, cuando las mujeres han sido violadas por todos los hombres: los de otras etnias, los de la suya y los de sus compañeros, cuando vuelven y convierten su casa en continuación de campo de batalla. Después de todos estos sufrimientos han visto que lo que ellas han pasado ha sido manipulado por los políticos y la prensa.

Tanto los eclesiásticos como los nacionalistas y muchos médicos se están pronunciando ahora en contra del aborto (en Yugoslavia, el aborto es legal desde hace más de 40 años). Pero no cuando la mujer violada es de su etnia. En este caso sí están de acuerdo con el aborto, para depurar la etnia y no dar vida al germen del enemigo. Nosotras decimos que la mujer, más allá de cómo haya quedado embarazada, el la única que tiene que decidir si quiere abortar o no, así como si quiere abandonar al hijo nacido. La violencia es una estrategia militar y de limpieza étnica. Nosotras no queremos hacer diferencias entre el sufrimiento de las mujeres. Para nosotras tiene el mismo valor la mujer violada en cualquier guerra.

Hoy existen tres Serbias: la nacionalista, la alternativa y la más extensa, que es la de la indiferencia y la de la vida vegetativa. Uno de los errores de la comunidad internacional ha sido el de no apoyar a la Serbia alternativa, a los medios de comunicación alternativos. No se necesita intervención: el embargo ya ha hecho su papel machacando al pueblo serbio, que ante las privaciones y la amenaza permanente ha hecho que ese gran sector de la indiferencia se vuelva más hacia estos Gobiernos fundamentalistas. Desde el principio se ha visto que ha sido el Gobierno y una capa burguesa de la población los que se han aprovechado y ganado con el embargo. Para nosotras suponían un balón de oxígeno las visitas que nos hacían nuestros amigos y amigas pacifistas. Los necesitábamos. Pero los Gobiernos europeos nos lo han cortado, al exigir ahora todos ellos, incluida España, visado.

Yo también pertenezco a Mujeres de Negro-Mujeres contra la Guerra de Belgrado. Es un grupo que se formó el 9 de octubre de 1991. Todos los miércoles, a las 15.30, nos manifestamos en una plaza céntrica de Belgrado, de negro. Hemos elegido el color negro porque es el color de la vida sin posibilidades. Y con él expresamos nuestro homenaje a todas las víctimas de esta guerra, solidaridad con todos los que se oponen a ella, protesta contra todos los militaristas que instigan al odio y a la muerte.

Una intervención militar, sea selectiva o global, no va a solucionar ningún problema. Va a aumentar el número de muertos y el odio. Por ejemplo, una intervención limitada sobre algún objetivo serbio de Bosnia haría que Karadzic respondiera masacrando a la población musulmana. Ni la prensa yugoslava ni la internacional han prestado atención a las iniciativas y valores que hemos realizado o propugnado los grupos pacifistas. Al sentimos tan abandonados y solos tendemos a pensar que puede instaurarse el fatalismo balcánico o suicidio colectivo.

Bosnia fue repartida entre Milosevic y Tudjman desde el inicio de la perra. La guerra en Bosnia no es una guerra de religiones, es una guerra contra la población civil, donde hay desaparecidos, independientemente del bando, sólo por el número de metros cuadrados de su casa. Sí vemos efectivo instalar fuerzas de paz de la ONU entre las distintas fronteras e instaurar un protectorado provisional en Bosnia para dar tiempo a recuperar la confianza entre las etnias y facilitar la convivencia.

Nos preguntamos muchas veces: si la comunidad internacional (distinguimos entre los Gobiernos y los grupos pacifistas y de mujeres) quisiera la paz, ¿no actuaría de otra forma7 Hoy, 24 de mayo, Día Intemacional de la Mujer y la Paz, queremos hacer una llamada para edificar -junto con nuestras amigas de Croacia, Eslovenia, Kosovo, Bosnia, de todo el espacio yugoslavo, de Europa y el mundo- las redes tenaces y sutiles de la hermandad y la solidaridad.

es miembro de Mujeres de Negro-Mujeres contra la Guerra y del Centro Antiguerra de Belgrado.

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