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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Gana la oposición

LA VICTORIA del Partido Laborista Democrático en Lituania ha sido interpretada, quizá superficialmente, como el triunfo de los viejos comunistas, el retorno al poder de quienes siempre se oponen a cualquier reforma. Las cosas no son tan simples. En realidad, en Lituania ha vencido el posible pragmatismo ' frente al doctrinarismo. Los ciudadanos lituanos han castigado con dureza a unos políticos capaces de discutir durante cuatro meses si la cola del caballo que aparece en el escudo del país debe seguir hacia abajo o debe apuntar airosa hacia arriba (se optó por esta segunda posibilidad, sin duda más optimista) mientras el país se precipitaba aceleradamente hacia la bancarrota. El nacionalismo conservador, con Vitautas Landsbergis al frente, supo dirigir con firmeza la marcha del país hacia la independencia, pero una vez alcanzada no ha sabido desprenderse de la retórica ni apreciar la crisis económica que se avecinaba.En 1992, Lituania ha producido la mitad de bienes industriales que el año pasado, algo que cabe atribuir a muchos factores, pero sobre todo a la ruptura de los vínculos con Rusia, la principal suministradora de productos energéticos y materias primas para la industria local. No puede extrañar, por tanto, que los ciudadanos apoyen mayoritariamente a quienes prometen unas mejores relaciones con Rusia. La situación del sector agropecuario no es mejor. Los expertos prevén, por ejemplo, que la producción de carne será el próximo año apenas el 30% de la de 1990. Tampoco puede extrañar, por tanto, que los campesinos hayan votado mayoritariamente a un partido que les promete una profunda modificación de la actual política agraria.

Se ha de tener en cuenta también que los ex comunistas lituanos, con Algirdas Brazauskas al frente, tuvieron el coraje de romper con Moscú y el PCUS en 1989 -un año antes que Borís Yeltsin y los suyos-, lo que atribuye veracidad a sus afirmaciones de que no piensan dar "m un paso atrás en el camino de la independencia". Desde esa fecha de 1989, el entonces partido comunista experimentó una renovación de inequívoco contenido socialdemócrata.

Aunque lo ocurrido en Lituania no puede extrapolarse al resto de repúblicas que formaron la URSS, sí puede ser considerado un síntoma def desencanto de la población ante unas reformas que en buena parte de las repúblicas se están llevando a cabo aplicando un doctrinarismo liberal que tiene poco en cuenta la realidad de la que se parte. Y esta política voluntarista, por mucho que pueda agradar a las instituciones financieras internacionales, está agravando la crisis de todo el sistema productivo heredado del pasado sin apenas potenciar el surgimiento de las nuevas fuerzas productivas.

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