Fischer fuerza las tablas con Spasski tras siete horas de sufrimiento
El ajedrecista estadounidense Bobby Fischer, de 49 años, no compagina su genialidad con la precisión. Tras dos derrotas seguidas, sufrió durante siete horas y 15 minutos para empatar la sexta partida con el francés Borís Spasski, de 55, en Sveti Stefan (Yugoslavia). El ex soviético gana por dos victorias a una. Vencerá quien logre 10.
"Lo he pasado muy mal. Estaba desconcentrado. Pero he logrado salvarme", dijo Fischer, tras el acuerdo de tablas, cuando se acercó a los periodistas con pasos tambaleantes. Su semblante reflejaba un enorme cansancio. Nadie entiende por qué se empeña en repetir las aperturas (primeras jugadas) de las partidas anteriores exponiéndose a los análisis de los prestigiosos ayudantes de Spasski, los soviéticos Alexánder Nikitin y Yuri Balashov.Fischer introdujo una novedad en la décima jugada con respecto a lo ocurrido en la cuarta partida, que ganó el ex soviético. En ese momento, el norteamericano se puso una visera, muy parecida a la que usan los telegrafistas en las películas del Oeste, por motivos que no aclaró durante su comparecencia reglamentaria de 90 segundos tras la partida. Spasski utilizó un modelo muy similar hace 16 años, en Belgrado, durante la final de los candidatos contra el entonces soviético Víctor Korchnoi, ahora suizo, y éste hizo lo mismo, añadiendo unas gafas de sol, contra el ruso Anatoli Kárpov en el Mundial de 1978.
"Después de una mala racha, hay que hacer tablas antes de intentar ganar". Ese antiguo consejo de los entrenadores de ajedrez soviéticos, poco gratos para el estadounidense, fue seguido por Fischer, que logró equilibrar el juego. Pero después interpretó una sinfonía de graves errores que le colocaron al borde de su tercera derrota consecutiva. Las imprecisas maniobras de Spasski permitieron, no obstante, que Fischer, sin quitarse. la visera, afinase sus instrumentos mentales extrayendo de su memoria la depurada técnica que, unida a su genialidad, le convirtió en campeón en 1972.
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