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Entrevista:

"Maastricht no influirá en la estabilidad económica mundial"

Javier Moreno

JAVIER MORENO Maurice Allais es un mago. De la chistera de su último libro, L'Europe face á son avenir (Europa frente a su futuro), el premio Nobel extrae permanentemente frases para la polémica: "El sistema fiscal en Europa es irracional", "las importaciones tienen la culpa de la existencia de excedentes agrícolas en la Comunidad", y a propósito de la estancada Ronda Uruguay del GATT, "no sé porqué deberíamos ayudar a la reelección de Bush perjudicando nuestra agricultura". La visión de futuro de Allais le lleva a hablar en esta entrevista, realizada antes del desplome del dólar de los últimos días, de la inestabilidad de los mercados financieros.

Pregunta. ¿Cómo explica su posición contraria a la ratificación de Maastricht pero al mismo tiempo comprometida con la unificación europea?

Respuesta. Estoy a favor de Europa de manera rotunda. Estoy contra los acuerdos de Maastricht porque es un acuerdo presentado en bloque del que no se puede modificar nada, ni siquiera una coma. Normalmente, este tratado tendría que haber sido discutido en cada Parlamento nacional. Los Gobiernos tendrían que haber tenido en cuenta las observaciones que allí se hubiesen producido, y finalmente el tratado tendría que haber podido contemplar las resoluciones de cada Parlamento. El Tratado de Maastricht es la prolongación del Tratado de Roma. Pero el Tratado de Roma, con sus propios defectos, se convierte en insostenible con la ampliación de los poderes de la Comisión que prevén los acuerdos de Maastricht.

Renuncia de soberanía.

P. ¿Cuáles son los principales errores que, en su opinión, lastran el acuerdo de Maastricht?

R. Hay muchos. El primero es haber comenzado por la economía, en lugar de haberlo hecho por la política. Para mí, la unión económica total y la creación de una moneda única suponen una renuncia a la propia soberanía tal que sólo es aceptable en el marco de una unión política. Pero no una unión política más o menos vaga, como la de Maastricht. La Comunidad Europea debería contar con una autoridad política independiente de los Gobiernos nacionales, sobre la que recaerían una serie de poderes específicamente limitados. Yo propongo que la Comisión no pueda asumir más que aquellos poderes que se enumeren de forma explícita. El segundo error es lo que podríamos denominar el déficit democrático. El sistema de toma de decisiones en la Comunidad viola todos los principios democráticos, porque poco a poco se ha ido concentrando el proceso de toma de decisiones en la Comisión, sin que exista un control parlamentario efectivo.

P. Usted, habla de renuncia a la soberanía, pero la mayoría de políticos franceses acepta sin demasiados problemas que el Bundesbank [el banco central alemán] dicta ya la política monetaria francesa.

R. Como francés, he de decir que los franceses tenemos que estar muy agradecidos al Bundesbank. Para muchos políticos franceses, el Tratado de Maastricht tiene una ventaja fundamental: destruir el marco alemán. Destruir la influencia del Bundesbank. Hay que decirlo bien claro. Cuando se habla de la dictadura del marco alemán se está diciendo que se rechaza una política de estabilidad económica.

P. Hay opiniones que predicen el caos en Europa si no se ratifica el Tratado de Maastricht.

R. Nada. No pasará nada. Si gana el no en el referéndum en Francia, que es lo que yo deseo, ¿significará eso que Francia abandona Europa? No. Francia firmó el Tratado de Roma, uno de cuyos artículos prevé que sólo se puede modificar con un acuerdo por unanimidad de todos sus miembros. Dinamarca ya ha dicho que no. El Tratado de Maastricht tiene que revisarse de todas maneras.

P. ¿Pero no supone eso un riesgo demasiado elevado en la situación de inestabilidad de la economía internacional? A los mercados financieros no les gusta la falta de claridad.

R. Las bolsas occidentales son una completa manipulación. Se trata de un juego de tomar posiciones y jugar, no a prever los acontecimientos, sino a adivinar lo que los otros pensarán de esos acontecimientos. Y el Tratado de Maastricht no va a tener ninguna influencia en la estabilidad económica mundial.

P. ¿Y no comporta ningún riesgo para Europa entrar en un proceso del que no se conoce con exactitud ni el resultado ni el plazo en el que se podría lograr?

R. La estabilidad de Europa no depende de un trozo de papel. Los políticos dijeron, al día siguiente del referéndum en Dinamarca, que era impensable que un país tan pequeño dictase su voluntad a los otros. ¡Hemos firmado un tratado! Los principios democráticos implican un respeto a las minorías. En mi opinión, Europa será mucho más fuerte con un no a Maastricht. Esto nos obligaría a renegociar y conseguir un tratado mejor.

P. ¿Cree usted que, puestos a renegociar, se podría volver a llegar a un acuerdo?

R. Estoy convencido de ello.

Fiscalidad irracional

P. Usted es terriblemente crítico con la fiscalidad actual. ¿Qué opinión le merece la actuación comunitaria en este campo?

R. La posición de la Comisión, fue que para alcanzar una moneda única era necesario que no hubiese desigualdades fiscales entre los ciudadanos europeos. El sistema fiscal en Francia es complicado, ineficaz e injusto. Por lo que me cuentan los expertos, la situación es la misma en España. Y si el sistema de cada uno de los países es irracional, la suma de todos ellos no puede serlo menos. Las teorías clásicas apoyan un impuesto progresivo sobre la renta del trabajo, la imposición directa sobre los beneficios de las empresas, una cierta dosis de IVA e impuestos sobre el capital. Toda una serie de impuestos que se solapan, que permiten el fraude.

P. ¿Y cuál es su alternativa?

R.El impuesto debería ser proporcional a los ingresos. Se puede demostrar que un impuesto proporcional sobre los ingresos es equivalente a un impuesto proporcional sobre el consumo.

P. Usted previó el crash bursátil de 1987. ¿Nos espera algo similar en un futuro próximo?

R. Yo no puedo lanzarme, en una entrevista como ésta, a analizar los factores que desencadenan una crisis bursátil. Pero hay una imagen que ilustra este problema: la gente que vive y trabaja en las laderas del volcán Etna. Nadie puede prever cuando se producirá la próxima erupción. Nos encontramos en la misma situación. Estamos sobre un volcán de inestabilidad financiera.

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