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El cura Treviño cambia su version y asegura que nunca fue "consciente" de cobijar a etarras

El arcipreste de Irún, José Ramón Treviño, acusado de dar cobijo a dos etarras presuntos autores de tres asesinatos en Santander, negó ayer durante el juicio a que fue sometido en la Audiencia Nacional que hubiese alojado "conscientemente" a "personas violentas" y justificó el cambio de su versión inicial aduciendo que no reconocía sus declaraciones ante la Guardia civil y ante el juez. Treviño, que firmó sus declaraciones tras dos lecturas consecutivas, afirmó que su espíritu estuvo "secuestrado" durante los "tremendos" interrogatorios a los que fue sometido tras su detención.

El fiscal Ignacio Gordillo, que pidió seis años de cárcel, significó que no se juzgaba a la Iglesia ni a un arcipreste, sino "a un ciudadano que colaboró con una banda armada". Para el fiscal, Treviño "sabía que ocultaba a miembros de ETA que venían de matar"."Mi cuerpo y mi firma estaban ahí, pero mi espíritu estaba secuestrado y bloqueado por la situación". Esta fue la respuesta habitual de Treviño a las preguntas más comprometedoras en las que el fiscal y el representante de la Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT) revisaron las antiguas relaciones de Treviño con el etarra Juan Carlos Arruti, Paterra. Según sus anteriores declaraciones, Treviño sospechaba de la vinculación de este etarra a los Comandos Autónomos y temía que estuviese utilizando la casa curial de Azpeitia como base de operaciones. Ayer negó esa posibilidad ya que, según dijo, "no se reconocía" en esa declaración.

Sin embargo, admitió haber visitado a Paterra cuando éste fue detenido en Francia. Según Treviño, esta visita formaba parte de "la actuación normal dentro de los planes de Cáritas" y fue programada por el entonces párroco de Azkoitia, ya fallecido. Treviño llevó en coche a la familia del etarra a una prisión francesa "Les acompañé por humanitarismo", aseguró.

Sobre la acusación de dar refugio a los etarras Ignacio Rekarte y Luis Ángel Galarza el pasado 28 de febrero, tras el atentado que costó la vida a tres personas en Santander, el arcipreste admitió que conocía a Rekarte desde hacías varios años por haberle ayudado a tratar de abandonar la droga, aunque había fracasado en su propósito.

Sin embargo, Treviño insistió ayer en que desconocía que su antiguo feligrés militase en ETA, por más que ante el juez declaró haber oído que Rekarte y su acompañante "andaban huídos" y haber precisado que no dio alojamiento a "un terrorista, sino a un ser humano".

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El arcipreste dijo que se había extrañado de que Rekarte no durmiese en su domicilio, situado cerca de la parroquia, pero no quiso hacer preguntas. Treviño insistió en todo momento en que desconocía que Rekarte estuviese vinculado a ETA, aunque admitió haber oído "comentarios y rumores" que apuntaban en esa dirección. No obstante los rechazó porque no le parecía "que un joven adicto a las drogas pudiese haberse integrado en ETA". "Uno no termina de creerse que estuviese en esas circunstancias", añadió.

A preguntas del acusador de la Asociación Víctimas del Terrorismo, Treviño negó haber dado cobijo "conscientemente" a "personas violentas". El arcipreste, que en todo momento eludió utilizar el término terroristas, se mostró "disconforme con los métodos violentos de ETA". "¿Y con los fines?", preguntó el acusador. "Con los fines... no tengo que mostrar disconformidad con unos fines si son políticos", respondió.

En otro momento, dijo que más de una vez había atendido a "víctimas de atentados de ambos signos". "Quiero decir", añadió, "que también he mantenido a familiares de guardias civiles". De entre el público, donde se encontraban familias de las víctimas del atentado de Santander, salieron las primeras imprecaciones contra Treviño.

Los presuntos etarras Rekarte y Galarza, alojados por Treviño, se negaron a contestar a la mayoría de las preguntas y sus testimonios no fueron concluyentes en ningún sentido. Se contradijeron al decir Rekarte que no había visto a Treviño desde su intento de rehabilitación mientras Galarza, que declaró a continuación, admitió haber visto a. Treviño el 28 de febrero cuando él y Rekarte venían "de los carnavales".

José Antonio Pagola, vicario general de la diócesis de San Sebastián, reconoció que Treviño le dio cuenta de que Rekarte y Galarza habían pernoctado en su parroquia al día siguiente de su estancia. El vicario se acogió al secreto profesional eclesiástico para no declarar sobre los informes que sobre este asunto pasó al obispo de San Sebastián, José María Setién. Familiares de las víctimas del atentado de Santander le llamaron "traidor" y "Judas" y añadieron: "Pagola, te vas a condenar". [Por su parte, el obispo de San Sebastián, José María Setién, se mostró confiado en que la Audiencia Nacional ponga en libertad a Treviño y calificó de "exhorbitante" la petición de pena del fiscal].

La testigo Lorea Sagarzazu admitió a preguntas del fiscal que no quiso dar alojamiento a su novio, Ignacio Rekarte, la noche en que éste fue a pedírselo al arcipreste. La novia de Rekarte dijo que la foto de éste se había publicado en los periódicos con anterioridad a los hechos, lo que hizo intervenir al defensor Joaquín Ruiz-Giménez, dado que esta afirmación colisionaba con lo sostenido por la defensa. La joven acabó diciendo que no estaba al tanto "de las actividades de Iñaki".

Finalizado el juicio, Treviño dijo ante el tribunal: "Soy inocente del delito del que se me acusa. Se me creerá o no, pero no soy colaborador de ETA". Previamente, su abogado, Joaquín Ruiz-Giménez Aguilar, reclamó la absolución del sacerdote e insistió en que sus declaraciones fueron "manipuladas" en la Audiencia Nacional, ya que se anotaron las preguntas del juez como si fuesen respuestas, mientras Treviño "asentía mecánicarnente". El acusador de la AVT, Pedro Cerracín, pidió seis años y un día de cárcel y dijo que el cura había hecho de la sotana un "uso bastardo".

Al término de la sesión de la mañana, una mujer, familiar de las víctimas del coche bomba de Santander, golpeó el cristal blindado que separa al público de los acusados y espetó al arcipreste: "No vuelvas a rezar por mis muertos".

Sacerdotes en el banquillo

El juicio de ayer contra el arcipreste de Irún es el último de una serie de casos en los que la Iglesia vasca ha tenido que comparecer ante la Justicia por su relación con ETA. En 1968, 40 sacerdotes vascos formaron el grupo Gogor (Fuerza), que fue descabezado al año siguiente. Durante el histórico proceso de Burgos, en 1970, fueron juzgados dos curas: Jon Echabe, miembro de la dirección de ETA condenado a 50 años, y Julen Kalzada, condenado a 12 años.En octubre de 1980 fue detenido el sacerdote alavés Ismael Arrieta junto a otras cinco personas por su pertenencia a ETA. En junio de 1983 fue detenido Juan Martín Arricibia Ansorena, párroco de Gorriti (Navarra) en relación con el atentado contra un edificio de Telefónica en Madrid, perpetrado el 18 de abril de 1982. Fue absuelto en 1984.

La iglesia vasco-francesa también tiene miembros que han colaborado con ETA. Pierre Larzábal, párroco de Sokoa, gestionó hasta su muerte en 1978 centenares de impuestos revolucionarios. En 1990 fue detenido Pierre Idiart, párroco de Sare, acusado de mediar en el secuestro de Adolfo Villoslada. En enero de 1992, el sacerdote François Garat, de Ezpeleta, ingresó en prisión acusado de esconder a etarras.

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