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Nueve polacos y tres españoles mueren en Móstoles al quemarse un edificio cubierto de material plástico

L. 0.Nueve polacos y tres españoles murieron ayer como consecuencia de un incendio registrado en un edificio de Móstoles recubierto de material plástico altamente inflamable. Entre las víctimas hay tres niños. Otras 16 personas, que en su mayoría sufrieron intoxicación por humo, precisaron asistencia en el hospital General de Móstoles. El siniestro fue ocasionado por una colilla que prendió en uno de los colchones de goma-espuma de la vivienda ocupada por los inmigirantes polacos, según las primeras investigaciones. El incendio comenzó hacia las 6.30 de la mañana de ayer en el piso primero, letra B, del número 22 de la calle de los Hermanos Pinzón, de Móstoles, un municipio situado al sur de la capital, en el que viven unas 186.000 personas.

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Las llamas se propagaron rápidamente por toda la fachada del inmueble, que está recubierta con placas de una fibra plástica altamente inflamable. Paradójicamente, el edificio, de 10 plantas, recibió el Premio Nacional de Arquitectura cuando fue construido hace 18 años. Aunque no se conocen todavía los resultados de la autopsia, la policía sospecha que el humo venenoso causado por la combustión de este material plástico ocasionó la muerte de los inquilinos de la finca, cuyos cadáveres quedaron carbonizados. Un equipo del Cuerpo Nacional de Policía sacaba ayer tarde las huellas necrodactilares para tratar de identificarlos.El Piso siniestrado estaba ocupado por unas veinte personas, casi todas de nacionalidad polaca, que según una vecina del segundo B, llegaron hace dos anos. En la vivienda, propiedad de un concejal del PSOE de Móstoles, según el alcalde, José Balgorri, no había más mobiliario que los colchones y varias butacas recogidas de la basura. Sin luz, ni gas, ni agua corriente, los extranjeros se alumbraban con velas, de modo que los vecinos temían desde hace tiempo que se produjese un siniestro.

"Mi hija estaba obsesionada con que un día hubiese un incendio. Todos los días estaban borrachos...Venga golpes y más golpes y gritos", dice Concha, que vive en el segundo B con su marido y sus cinco hijos. Los vecinos denunciaron repetidas veces ante el Ayuntamiento de Móstoles, -aportando incluso un escrito con 150 firmas-, las precarias condiciones en las que vivían los inmigrantes polacos y la conducta incívica de éstos. En noviembre de 1991, murió un hombre en el mismo piso por una burbuja de aire en la jeringuilla con la que se estaba inyectando droga. En otra ocasión uno de los habitantes del primero B agredió a un chaval de unos 15 años que le había arrojado un huevo por la ventana.

Los polacos, los más numerosos entre los inmigrantes procedentes del este europeo, son los más apreciados y encuentran trabajo con facilidad, por lo que están bastante bien integrados en la sociedad española.

Estragos del humo

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El jefe del Servicio de Extinción de Incendios de Móstoles, Teodoro Giralda, afirmó que el humo hace estragos en este tipo de edificios. "Si en vez de haber ocurrido a las siete, hubiera sido a las cuatro de la mañana, habría sido más penoso, más trágico, más lamentable para todos", agregó Giralda.

El piso 1º B, donde se originó el incendio, estaba presuntamente ocupado de forma ilegal por inmigrantes desde hace dos años. En 1985 vivía en él José Parra propietario del piso y empleado municipal, quien, ahogado por las deudas, sufrió el embargo de la vivienda por parte de la Caja Postal, informa Luis Fernando Durán.

Desde esa fecha, el piso continúa en propiedad de esta entidad bancaria sin que hasta el momento haya sido subastado, según el presidente de la comunidad de vecinos, Isidoro García, lo que contradice lo dicho por el alcalde de Móstoles respecto a que un concejal socialista es el actual propietario.

Para los vecinos, los problemas con este piso surgieron hace dos años, cuando un joven llamado Marcos y su novia consiguieron hacerse con la llave de la vivienda, a través del antiguo dueño. Desde entonces comenzaron a desfilar por allí multitud de polacos que continuamente perturbaron la vida del bloque. Para Ascensión Salazar, estos ciudadanos, auténticos okupas, no pagaban ningún recibo de la comunidad.

A las 17.40, los bomberos de Móstoles sacaron de los escombros la decimosegunda víctima del siniestro: un niño de apenas cinco meses, llamado Dany Hak, hijo de Pilar García y hermano de Tomás Hak, que fueron ya encontrados sin vida por los bomberos por la mañana. El gitano Manuel Hak, invidente y vendedor de cupones de la ONCE, se hallaba destrozado y hundido ante la tragedia familiar.

Otros siete niños suyos se habían salvado, pero no así su mujer, Pilar García, y sus dos niños más pequeños. Manuel Hak tan sólo comentó: "Llevo un año y medio viviendo en Móstoles y maldita sea la fecha en que vine a vivir aquí". Manuel Hak es vendedor de la ONCE y su mujer trabajaba como limpiadora en el piso de una vecina.

Los miembros de la familia Hak, que ocupaban un piso de la quinta planta, decidieron bajar por las escaleras tratando de huir del fuego, sin darse cuenta de que, contrariamente a sus deseos, se estaban arriesgando mucho más, según comentó la policía. Pilar García, según los vecinos, pereció al tratar de salvar a su esposo.

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