_
_
_
_
_

"Habría que preguntar a los guardias de dónde saco el recluso el arma

Ana Alfageme

Francisco Javier Ávila, de 26 años, aceptaba, sentado en el banquillo del Juzgado de lo Penal número 14, haber dado un tirón hace 10 años. Era anteayer, a mediodía. La fiscal, Dolores Andrade, pedía para él una multa de 30.000 pesetas. Pocos minutos antes, la abogada del preso había solicitado al juez, José Antonio Alonso, que le quitase las esposas "para que no le vea su madre". Un guardia civil estaba a su izquierda y otro detrás. Un tercero, junto a la puerta. Ávila se palpó los bolsillos -"llevaba una americana", recuerda el juez-, se levantó, mientras los guardias se quedaban clavados, recorrió los seis metros que le separaban de la fiscal y le puso un estilete en el cuello. "La mato si no salgo, de aquí", dijo. La única persona ajena al juzgado en la sala era la sobrina de la fiscal, de 10 años.El juez intentó hablar con el preso. No sabía que estaba ante un fuguista irreductible, incluido en el fichero de internos de especial seguimiento (FIES). Su última hazaña fue el secuestro de la médica y varios funcionarios de la cárcel de Herrera de la Mancha, en 1991. "Pidió que los guardias estuviesen lejos de él, delante, y se negó a dialogar".

Miedo

Pero dejó que el secretario del juzgado, Pedro Izquierdo, se situase a su izquierda y que el juez le escoltase por la derecha. Así bajaron los cuatro pisos de los juzgados. La fiscal estaba desencajada. "Yo tenía mucho miedo, pero Dolores es una de las mejores", recuerda el juez. Ya en la calle, el magistrado señaló al preso un furgón para que se fuese. "Ávila levantó la vista, Dolores se agachó un poco. Yo le sujeté el brazo y se le cayó el estilete. El secretario le cogió por detrás y cayeron al suelo". Los guardias civiles le apresaron. La fiscal tenía varios pinchazos y el secretario se hirió al caer.Alonso Suárez, miembro de Jueces para la Democracia, sólo había dejado esposados a dos presos durante un juicio en los dos años y medio que lleva en supuesto. "¿Por qué? Porque los jueces juzgan a hombres, no a animales, y porque deben respetar la dignidad de los presos". Las dos veces que dejó con grilletes a los reclusos había sido avisado por los guardias: "Señoría, este hombre es peligroso". "Sin embargo, Instituciones Penitenciarias nunca me ha comunicado nada, y esta vez tampoco; me en teré por la prensa de que Ávila era peligroso", dice, "y además, ¿quién iba a pensar que había un arma dentro de la sala?".

Instituciones Penitenciarias asegura que el preso fue cacheado con ayuda de rayos X cuando salió de la cárcel de Alcalá Meco, y que no iba armado. ¿Pudo conseguir el estilete en los juzgados? Tanto el decano de los jueces, Antonio García Paredes, como la Unión Progresista de Secretarios Judiciales -que ha convocado un paro para hoy-, como el propio magistrado Alonso coinciden en que no hay seguridad en los juzgados. Los presos, sus familiares y los funcionarios comparten las mismas dependencias -vienen a decir-, y ni siquiera hay un acceso especial para los reclusos.

Alonso sospecha más del sistema penitenciario que de sus inquilinos. "La cárcel fabrica malos, desde luego". Y se indigna de que "la caverna política y algunos sectores de la Administración manipulen sistemáticamente estos incidentes para atacar brutalmente los pocos resquicios de humanidad que tiene el sistema penal".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Ana Alfageme
Es reportera de El País Semanal. Sus intereses profesionales giran en torno a los derechos sociales, la salud, el feminismo y la cultura. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora jefa de Madrid, Proyectos Especiales y Redes Sociales. Ejerció como médica antes de ingresar en el Máster de Periodismo de la UAM y EL PAÍS.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_