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El imposible amor feliz de Mourão-Ferreira

"Escribir es una terapia imperfecta", dice el autor portugués

, Un amor feliz (Espasa-Calpe) es un título engañoso para una novela, reconoce David Mourão-Ferreira. En primer lugar, porque los amores felices no tienen historia. Y en segundo, porque su novela sólo es en parte una historia de amor. Lo otro consiste en el gran paisaje de fondo sobre el Portugal de nuestros días, que a juicio de Mourão-Ferreira -y él tiene por qué saberlo, pues conoce el país a fondo- se ha resignado, después del 25 de Abril.

"Un caminante" -contaba el novelista ayer en Madrid- Ilega al final de un camino y pide agua, sólo agua, para hacerse una sopa con una piedra que lleva consigo. Luego pide una zanahoria, y una patata, y un poco de sal, perejil... hasta que se arma una sopa en regla. Entonces coge la piedra y la guarda en el bolsillo".Ésa es la función que tiene el amor, en su novela, entre un escultor más bien maduro y una joven de líneas particularmente armónicas: una suerte de pretexto para poder hablar de otras cosas.

Todavía está un poco sorprendido, Mourão-Ferreira, con el éxito obtenido en Portugal con una primera novela que vino a coronar una vastísima obra poética de 15 títulos, cuatro libros de relatos (uno de ellos se llama Gaviotas en tierra) y 16 ensayos, además de unas cuantas letras de fados que canta Amalia Rodrigues. Probablemente, aventura con el tono de sonriente tolerancia que exhibe durante toda la conversación, porque trata de un amor ilícito entre dos casados, o quizá porque da con el tono del Portugal contemporáneo. La novela obtuvo los premios del Pen Club portugués, Dinis, Municipio de Lisboa y el Gran Premio de la Asociación de escritores. En una adaptación para televisión, la progatonista fue la española Margarita Lascoiti.

Este veterano ensayista y poeta había dejado varias veces, novelas a mitad, de camino, y la razón más probable es que le es necesario, indispensable incluso, sorprenderse con lo que escribe. Porque, como los poetas, escribe sin brújula hasta los ensayos. "Escribimos los textos, pero los textos también nos escriben a nosotros" dice. "Temo los planes, pues me quitan la sorpresa y entonces dejo de escribir". Se alínea, totalmente con José Saramago, censurado por su obra El evangelio según Jesucristo.

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