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Tribuna
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Mal augurio

La fiebre inmobiliaria de los años de euforia se refleja ahora dramáticamente en los mercados de valores don esta paradoja: cuando las sociedades del sector están más bajas que nunca, nadie las quiere. Mal augurio si la inversión no se lanza sobre un mercado de retales y ocasiones, Mal presagio si el dinero sobrante no apuesta por el futuro; "será que apenas nos queda presente.La cultura de la satisfacción se empeñó en labrarse un porvenir difícil con la fiebre de fusiones y adquisiciones, y acabó de hundirse con la compra desaforada de activos inmobiliarios con altísimos soportes. Los casinos de diseño deplorable en Atlantic City, los rascacielos de dudoso gusto arquitectónico en Nueva York o sus aspirantes homónimos de nuestro entorno son los escaparates emblemáticos de un boom cuya euforia financiera pasa ahora factura con quiebras internacionales como la de Olimpia.Las secuelas internas de este proceso se adivinan con anticipación en el mundo de los valores. A ello se añaden los disgustos de coyuntura: los precios industriales subieron de nuevo en abril y el coste de la energía tira de ellos con un incremento del 1%.

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