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Crítica:12º FESTIVAL INTERNACIONAL DE TEATRO DE MADRID
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Mito trivializado

Un autor grande, y un director de fama: aburren.Nunca se ha podido decir, realmente, que Heiner Müller haya sido un autor distraído: opaco, hermético, dejando gran parte de la iniciativa a los directores, el conjunto de su obra está sustentado sobre los grandes mitos y su proyección, que llega desde lejos hasta las personas de hoy.

Aquí, su Edipo -el de Sófocles, pasado por la traducción de Hölderlin y aquí por el castellano directo y claro de Javier Tomeo- pasa en un pueblo de ahora, en una Grecia fría y nevada; deja mezclar cierta miseria en torno a la casa grande -lo que fue el palacio de los Atridas- y la religión sacrificial, y los dioses -en este texto, "el dios": monoteísmo adoptado- con un cochecillo seiscientos y otros atributos modernos. Se mantiene el coro, salta la sangre, las invocaciones y los alaridos trágicos.

Edipo, tirano

Autor: Heiner Müller. Traducción: Javier Tomeo. Intérpretes: David Bagés, Ricard Borrás, Mario Gas, Francesc Orella, Rosa Novell, Xavier Capdet, Francesc Lucchetti, Elisa Crehuet, Sergi Calleja. Niños del Casal dels Infants del Raval. Equipo del III Festival de Tardor de Barcelona. Dirección, escenografía e iluminación: Matthias Langhoff. Producción: III Festival de Tardor de Barcelona-Festival Olímpico de las Artes 92, la región Rhône-Alpes et Maison de la Culture Chambery et Savoie, Thêatre Vichy-Lausanne, Companyia Josep Maria FlotatsTeatre Poliorama y Departamento de Cultura de la Generalitat de Cataluña. Con la colaboración de la Fundación Suiza para la Cultura Pro Helvetia.12º Festival Internacional de Teatro de Madrid. Teatro Albéniz, 19 de marzo.

Ridículo

No llega ninguna forma de catarsis al patio de butacas, o quizá yo tenga de plomo la calavera. Ni con actores del carácter de Rosa Novell o Mario Gas; y David Bagés (Edipo) y Francesc Orella, que no aportan nada.La intención (posible) es la de aproximar el mito a la condición humana de hoy; lo que se ve, en realidad, hace increíble el mito y nos aleja de él. En algunos momentos se arriesga el ridículo y a veces se cae en él, como el baile del sirtaki de Zorba el griego.

Todo lo demás es dinero: escenario construido, giratorio; trajes sugerentes, luces. El público, en esta representación, se fasciné poco. Tampoco, creo, cuando se estrenó en Barcelona.

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