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ARTES

El Museo del Prado abre una exposición sobre los cuadros dentro de los cuadros

La exposición David Teniers, Jan Brueghel y los gabinetes de pinturas, que reúne 37 cuadros de 27 autores diferentes, en su mayoría pintores flamencos activos durante el siglo XVH, junto a algunas joyas bibliográficas y documentos históricos, se abre hoy en Madrid, en el Museo del Prado, hasta el 3 de mayo, con el patrocinio de la Fundación Amigos del Museo del Prado, y siendo el comisario de la misma Matías Díaz Padrón.

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La muestra da mucho más de lo que se promete en el título, por no hablar ya de lo que sugiere, puesto que, desde esta perspectiva, multiplica los encadenamientos, en todos los órdenes, hasta realmente hacernos perder pie, como, por otra parte, se corresponde con el tema de los cuadros dentro de cuadros o con el de los espejos, asuntos centrales en la muestra.Pero antes de adentrarnos por los fascinantes vericuetos que el tema o los temas de esta pequeña gran exposición nos sugiere, permítaseme subrayar que su mejor lección museística consiste no sólo en que realza los propios fondos del Prado, sino también que ayuda a renovar nuestra mirada sobre los mismos. El recuerdo de esa otra aún más pequeña gran muestra ejemplar que fue la de Rubens, copista de Tiziano se impone, y por los mismos motivos.

Pero ¿qué es exactamente eso de los gabinetes de pinturas? Recomiendo al visitante de esta muestra que se dirija al cuadro titulado El gabinete de pintura de Cornelis van der Geest durante la visita de los archiduques, firmado por Willem van Haecht y fechado en 1628, sin duda una de las piéces de résistence venidas de fuera para la ocasión, y que ante él observe la leyenda escrita en el dintel de la puerta de acceso al gabinete pintado, donde podrá leer en francés lo siguiente: "Vive l'esprit". Dar vivas al espíritu en lengua gala significa, como es sabido, elogiar el refinamiento intelectual, la altura del pensamiento cuando no está bárbaramente reñida con la sutileza y con, en fin, la sociabilidad o socialización de la cultura sin rebajamiento de su dignidad. Dar vivas al espíritu en el dintel de la puerta que nos introduce en una colección artística memorable significa asimismo, ahora en clave lingüística universal, la enseña de todo amante verdadero del arte, sea materialmente coleccionista o no, que no es otra cosa que mostrar el orgullo por la calidad atesorada, la pasión y el esfuerzo por elevarse por encima de los valores y tópicos vulgares, en vez de, como es hoy habitual, adorar el dinero a través del arte o resentirse ante él y querer destruirlo sólo porque no desciende y se acomoda a nuestra selección.

Respetuosa estima

Cuando Balzac escribió esa novela-homenaje al coleccionista de arte titulada El primo Pons, dice acerca dé este ingenuo y apasionado amante del arte, protagonista de su'relato, algo definitivo: "El genio de la admiración, de la comprensión, la única facultad por la que un hombre ordinario se hacer hermano de un gran poeta es tan rara... que debe concederse a Pons una respetuosa estinia". ¡Naturalmente! ¡Como que Pons y todo apasionado amante de arte, sea coleccionista o no, son todos ellos, como indica Balzac, auténticos artistas!

Los artistas, creadores o contempladores, sean coleccionistas o no, hoy, sin embargo, escasean, pues en vez de dar vivas al espíritu miran las cotizaciones o simplemente desprecian y quieren destruir cuanto ignoran, sólo porque la calidad les resulta esquiva, ya que no es una realidad ni tan contable como el dinero ni tan vulgar como el prêt-à-porter. Ya sé que puede parecer que me estoy yendo por las ramas, pero no quiero desaprovechar la oportunidad de esta moralmente oportunísima exposición para sacar alguna moraleja contemporánea, ahora que todo el mundo habla de arte sin molestarse siquiera en mirarlo.

Esta exposición es, no obstante, el mejor homenaje a la mirada artística, generosa, orgullosa, apasionada. Arranca históricamente justo en el momento en el que el arte fue visto como un tesoro espiritual, como una, prolongación de los sentidos de quienes, fueran archiduques o simples burgueses, eran seres sensibles; arranca justo en el momento en el que se ideó que una colección podía encerrar la belleza del mundo en una cámara, un gabinete. Sobre este maravilloso descubrimiento no sólo han escrito enjundiosas páginas especialistas en la materia como Sclilosser, Taylor, Haskell, Alsop o Rheims, sino pensadores de la envergadura de Walter Benjamin o Errist Bloch, o recientemente ese gran novelista francés que fue Georges Perec, cuya obra El gabinete de un aficionado. Historia de un cuadro fue traducida y publicada en España hace bien poco.

Temas afines

Volviendo sobre la exposición,. y a falta de un mayor espacio para explayarme sobre su notable interés, diré que contiene, entrelazados, los siguientes temas afines: el propiamente de los cuadros de gabinetes de pinturas, el del coleccionismo, el del cuadro dentro del cuadro, el de las alegorías de la pintura y de los sentidos, el del desglose erudito de identificación y presentación de las piezas contenidas en cada colección, el del cuadro hecho por varias manos, el de la miniaturización pictórica de la pintura o microcosmos pictórico de la pintura, el del taller del artista, etcétera. También, claro, contiene varias soberbias presentaciones de pintores como Teniers, Jan Brueghel, Francken, etcétera; grandiosas piezas sueltas depintores excelsos como Tiziano; nuevas atribuciones, explicaciones e hipótesis..., y, sobre todo, un hermoso montaje de eso que consideramos sabido y que ahora nos parece refrescantemente nuevo, como esa primera sala dedicada a Jan Brueghel con la que comienza la exposición, un 90% de lo que está en ella contenido pertenece al Prado, pero que -"¡Viva el espíritu!"- jamás pudimos sospechar que era tan bello.

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