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Tribuna
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"La respuesta ha sido débil y cobarde"

El escritor estadounidense Paul Theroux es autor de varias novelas que, aparte de su éxito editorial, se convirtieron en películas conocidas: Saint Jack (1973, rodada en 1979 por Peter Bogdanovich, con Ben Gazzara de protagonista), La costa de los mosquitos (1982, llevada a la pantalla por Peter Weir en 1986, con Harrison Ford en el papel principal) o La calle de. la media luna (1984, dirigida en 1986 por Bob Swaim, interpretada por Sigourney Weaver). Actualmente vive en Londres, tras residir en África y Singapur.

Querido Salman: juro que me pareció una broma, una broma de mal gusto, como si Papá Doc Duvalier le hubiera echado una maldición de vudú a Graham Greene por haber escrito Los comediantes, pero en definitiva una simple broma, en el sentido de que no se trataba más de que un ejemplo de flatulencia furiosa, pero inofensiva, simples gases. Ahora no acabo de creerme que hayan pasado tres años desde que nos vimos en Londres en el acto de recuerdo a Bruce Chatwin, el día en que el ayatolá Jomeini anunció tu sentencia de muerte, el día de San Valentín de 1989.La llamada fatwa, sin precedentes ni base legal, sin nada que la respalde excepto las fanáticas fanfarronerías de un clérigo de baja reputación, me pareció entonces algo tan ridículo, tan totalmente absurdo, tan lejano de todo lo que es racional o humano que, cuando los sacerdotes entonaban sus cánticos en griego y agitaban los incensarios, te dije al oído: "El próximo eres tú, Salman". Pensaba que tu pena de muerte desaparecería con una carcajada; esperaba que fuera condenada como algo despreciable y luego ridiculizada.Retretes No esperaba que Los versos satánicos despertaran grandes alegrías en ningún Estado islámico, donde los planos de construcción de los edificios tienen que ser presentados a los ulemas para que las autoridades se aseguren de que ningún retrete mira a La Meca. Donde los juguetes y los calendarios y las tazas que llevan la figura de Miss Piggy son arrebatados de las. tiendas por la policía religiosa (los mutawaiin) y destruidos ritualmente. Donde (en Arabia Saudí) a las mujeres se les prohíbe conducir coches porque (es la justificación oficial) no se les puede dejar que vayan solas a ninguna parte. Donde no se puede leer la novela de Orwell Rebelión en la granja porque los personajes centrales son unos cerdos bastante inteligentes. Donde si uno expulsa una ventosidad durante las oraciones, la norma islámica señala que hay que volver a empezar a rezar desde el principio, porque el pedo como que corrompe toda la oración. Donde existen fatwas igualmente chaladas y asesinas, como la anunciada recientemente por un clérigo oficial saudí, el jeque Abdallah Bin Abderahman al Jabrin, que declaraba que todos los musulmanes shiíes son herejes a los que habría que matar. Donde las decapitaciones por adulterio y la amputación de las manos por hurto son algo común. Uno se da cuenta de que ha atravesado el espejo cuando se encuentra en un país en el que se considera a Miss Peggy la mismísima encarnación del mal.

Pero estábamos en Londres, Salman. Cuando salimos de la iglesia, el miedo te había dejado la cara sin expresión, te viste rodeado de periodistas, te escapaste a toda prisa y no te he visto desde entonces. Después se produjeron equivocaciones de todo tipo, incluso algunos políticos británicos dijeron que debería haberse prohibido tu libro. Contribuyeron a hundirte. Y W. H. Smith, la cadena británica de tiendas de revistas que gana una fortuna vendiendo revistas pornográficas, se negó a coger tu novela. Las tiendas que la vendían no la anunciaban, y aunque vendiste muchos ejemplares, ¿ha visto alguien a alguna persona leyéndola en un sitio público?IntimidaciónEs repulsivo ver que hasta ahora ha dado resultado la intimidación de los fanáticos: tú estás escondido, tu libro sigue siendo vilipendiado, y tu vida sigue estando amenazada. La mayoría de países, incluyendo el tuyo, el Reino Unido, negocian con Irán, comprándole petróleo, alfombras y anacardos, y vendiéndole aparatos de vídeo, coches nuevos y relojes de pulsera para que puedan imprimir sus leyes fatuas.

Sus socios comerciales de Europa y América tratan a la

República de Irán como si se tratara de un país civilizado y racional, cuando cualquier tonto puede darse cuenta de que la fatwa del ayatolá es algo bárbaro e ignorante, además de que desde el punto de vista del derecho internacional es un ejemplo de incitación al asesinato.

Mientras has estado escondido yo he estado viajando, muy consciente de mi libertad y de tu encierro. He estado recorriendo islas del Pacífico libremente durante los últimos dos años y medio, libre como un pájaro, pero te he tenido en el recuerdo.

Hace aproximadamente un año me encontraba en Fiyi, alejado de las rutas transitadas, en la gran isla de Vanua Levu, cubierta de jungla. Me encontré con un musulmán en un apestoso pueblo de la costa y después de un rato hablando le pregunté si había oído hablar de ti. "Sí", me dijo. "Rushdie es un mal hombre".

En Sidney, Australia, el conductor de un taxi era un refugiado económico de Pakistán, un hombre de 60 años, con una licenciatura en Ciencias de la Universidad de Karachi. Estuvimos hablando del Corán cierto tiempo y luego le solté la pregunta.

Sus huesudas manos se aferraron al volante: "Rushdie debe morir". Naturalmente les puse las cosas claras. Les sugerí que eran sentimientos ignorantes y bárbaros. Y se lo mencioné a tus editores australianos. Son unos australianos grandes y fuertes, que viven en un país democrático, con una gran tradición de individualismo y un gran talento para mostrarse maleducados con quien sea, y me dijeron confidencialmente que estaban asustados. Uno dijo: "Algunos de nosotros tenemos familia".Todo esto es horrible. A nivel personal, la gente está confusa o no le interesa el tema; a nivel oficial y gubernamental, la respuesta ha sido débil y cobarde; a nivel religioso, los musulmanes se han mostrado bien indolentes, bien vengativos. Basta ya. Tú no puedes hacer mucho, Salman.

La tarea de nosotros, que tenemos que oponernos a la idea de que las decapitaciones y la destrucción ritual de juguetes y la correcta orientación de los retretes sea algo racional y humano, o de que el dirigente religioso de un país tenga poder para condenar a muerte a un ciudadano de otro país por escribir un libro.

No obstante, siempre me pareció algo claramente extraño que profesores británicos y norteamericanos fueran voluntariamente a una serie de países islámicos a dar clases en centros en los que las mujeres están separadas de los hombres, y en los que las leyes son medievales (en Damasco, actualmente, se les prohíbe a los judíos alejarse más de dos kilómetros de sus casas en el gueto). Lo hacían por dinero. Y los Gobiernos que se han mostrado tímidos en la defensa de tus derechos se han visto influidos también por consideraciones monetarias. Necesitan verte como eres, un rehén de un fanatismo mucho peor que el que tuvo secuestrados a Terry Anderson o John McCarthy.

No es sólo Hezbolá, sino todo el mundo musulmán al que se ha incitado a matarte. El primer paso es que los Gobiernos y los dirigentes internacionales alcen la voz en tu defensa. Y luego nos toca a nosotros, lectores y escritores. Está claro que si alguno de nosotros menciona tu nombre en Irán o Arabia Saudí o Pakistán -o en países de igual mentalidad- se te vilipendiará y a nosotros nos acosarán.

Pero no debería suceder así en el resto del mundo. Cualquier país no musulmán que sea un Estado de derecho debería ser un lugar seguro para ti, donde pudieras caminar por la calle, coger el autobús y vivir tu vida sin miedo de que te ataquen. Es necesario recordárselo a los musulmanes que pudieran tener intención de causarte daño. Consecuentemente, les corresponde a ellos, especialmente a los dirigentes de las comunidades musulmanas de Europa Y América, hablar en tu defensa y condenar lafatwa como una incitación al asesinato.

Los musulmanes que viven en países democráticos tienen la responsabilidad de condenar la fatwa; de otra manera, ¿por qué seguir en una tierra de no creyentes? Como norteamericano que soy, me preocuparía mucho que la Declaración de Derechos corriera el peligro de ser sustituida por la Saria.Gran religión

Es desagradable tener que hablar así de los musulmanes, porque el islam es una de las grandes religiones del mundo, y muchos de sus principios son humanísticos. Pero hay que separar a los musulmanes que no comprenden que la fatwa es una aberración, porque sólo ellos representan una amenaza para ti.

Pensando en tu encierro, he tomado la decisión de preguntarle a todo musulmán con que me encuentre -no importa quién sea- qué opina de ti y de tu libro.

He recibido algunas respuestas fuertes, pero sigo pensando que este pequeño ejercicio es saludable. En un pasado cercano, a los surafricanos blancos se les preguntaba siempre por Mandela, y por el apartheid en general. Y hoy día a los israelíes se les pregunta -o se les debería preguntar- qué opinan de la cuestión palestina. Y así debería ser en todas partes: primero la pregunta -¿qué piensa de Salman Rushdie?-, y si la respuesta es hostil, ponerles las cosas claras. Y así debería ser también en el plano oficial, siempre que un dirigente internacional hable con Rafsanyani. ¿Qué pasa con Rushdie? No tengo ninguna duda de que finalmente el mensaje alcanzará su objetivo y serás libre. Cuídate, amigo.

Paul Theroux.

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