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CONVULSIÓN EN LAS RUINAS DE LA U.R.S.S.

El Ejército Rojo, con bandera pero sin país

Tres millones de soldados y cientos de miles de oficiales viven en la incertidumbre

Soledad Gallego-Díaz

SOLEDAD GALLEGO-DIAZ ENVIADA ESPECIAL Más de tres millones, de soldados y varios cientos de miles de oficiales sirven en estos momentos bajo una bandera que no representa a ningún país. La enseña roja de la desaparecida Unión Soviética fue arriada del Kremlin el pasado 25 de diciembre, pero sigue ondeando -fundamentalmente porque nadie sabe por cuál otra sustituirla- en cientos de buques, aviones de combate- e instalaciones militares repartidas por lo que ya son 15 países diferentes. Por ahora, los oficiales de ese Ejército aún poderoso parecen menos preocupados por los colores de las banderas a las que jurarán fidelidad que por las condiciones de vida que les ofrezcan sus nuevos dirigentes.

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En teoría la Comunidad de Estados Independientes (CEI), que ha sustituido parcialmente a la URSS y que integra a 11 de esas 15 nuevas repúblicas, debería proporcionar el marco para mantener unido al Ejército, al menos durante el tiempo necesario (dos o tres años, según los expertos) para proceder a un desmembramiento ordenado. Así se acordó en la cumbre celebrada en Minsk, pero sólo dos días después se supo que únicamente cinco repúblicas están, dispuestas a ello: Rusia, Kazajstán, Armenia, Tayikistán y Kirguizistán.El comandante en jefe de todo. el Ejército, el general Yevgueni. Sháposhnikov, demostró sus templados nervios de ex piloto de combate cuando admitió sin pestañear la siguiente pregunta de un periodista ruso: "¿Cómo piensa realizarla entrega de las Fuerzas Armadas?" [en los otros seis casos]. Con calma, aseguró que ya se ha creado un comité coordinador encabezado por el general Piankov, que ha empezado a negociar con Ucrania, y que en los próximos dos meses existirá un plan para la entrega" de las unidades convencionales instaladas en cada república.

Entelequia política

"Me asombro cuando oigo que el Ejército está poniendo en peligro a la CEI. Es justo al revés; la no existencia de una auténtica CEI es la que provocará la desaparición del Ejército Rojo", asegura un general que tuvo un cargo en el Estado Mayor conjunto. En la práctica, la CEI es una entelequia sin personalidad jurídica ni reconocimiento internacional, que no existe más que en el vocabulario político y por la que, los ciudadanos ex soviéticos no muestran. el menor interés. Como escribía ayer el comentarista militar de Pravda, coronel Vasili Izcarshev. "CEI no es nombre para una gran potencia, en todo caso es un apodo".

Puesto que la recién nacida Comunidad no parece capaz de orientar el proceso de repartición de las Fuerzas Armadas, el mecanismo por el que se decidirá el futuro del Ejército Rojo se limita a un pulso entre Rusia y Ucrania; según los últimos datos facilitados por los dirigentes militares, el 80% de la oficialidad tiene una de esas dos nacionalidades.

Pase lo que pase; Rusia seguirá siendo la gran potencia militar de la zona. La duda es si Ucrania, con 53 millones de habitantes, miles de kilómetros de costa y cierto potencial económico, conseguirá también poner en marcha un gran Ejército.

La fórmula diseñada por el presidente ucranio, Leonid Kravchuk, es endiabladamente complicada, aunque, según el, muy fácil de poner en práctica. "Todas las, fuerzas convencionales instaladas en territorio ucranio estarán completa y totalmente subordinadas al presidente de Ucrania, que es su comandante en jefe", aseguró en una reciente entrevista. "No" nos importa la composición étnica de los oficia les, siempre que juren lealtad. No intentaremos que se marchen los oficiales rusos, ni pretenderemos atraer a los oficiales ucranios destinados en otros Estados de la Comunidad", añadió.

El Ejército Rojo cuenta con 165.000 oficiales ucranios, de los que sólo 60.000 prestan servicio en su propio país, mientras que de los más de 200.000 oficiales rusos, 75.000 están destinados en Ucrania. Los rusos suponen la mayoría de la oficialidad destinada en la enorme Federación que preside Borís Yeltsin, pero no pasan del 61%. Quiere decirse que el otro 40% es en su mayoría ucranio, con incrustaciones de kazajos, bielorrusos, caucasicos' y de nacionalidades asiáticas.

Los oficiales rusos suponen también el 50% de los mandos militares de Kazajstán, el 52% en Kirguizistán, el 43% en Turkinenistán, el 41 % en Azerbaiyán y el 32% en Armenia. Suponiendo que la fórmula de Kravchuk funcionara en todas partes, oficiales rusos y ucranios mandarían tanto en buena parte de las fuerzas armadas de Azerbáiyán como en las de Armenia, dos repúblicas' que mantienen reivindicaciones territoriales y sufren enfrentamientos violentos. "Si Armenia tiene un Ejército y Azerbaiyán otro, habrá, sin lugar a dudas, una guerrá en el Cáucaso", advierte el profesor universitario Soltan Dzarasov.La posibilidad de volver a distribuir a los oficiales según su nacionalidades igualmente complicada: las repúblicas asiáticas no tienen suficientes ni para defender sus fronteras exteriores, y además se producirían multitud de agravios comparativos, puesto que pasarían a recibir sueldos diferentes. Peor todavía, nadie garantizaría sus pensiones.

Pulso ruso-ucranio

Así las cosas, todo el Ejército contempla inquieto el pulso de Rusia y Ucrania. El primer encontronazo se ha producido a propósito de la Flota del Mar Negro. No es. la más importante de la Armada (las principales son las del Norte y la del Pacífico, ambas en territorio ruso), pero tiene suficiente entidad como para sentar un valioso precedente, en un sentido o en otro. Especialmente porque existe otra Flota de características parecidas en el mar Caspio teórica competencia de Azerbayán

El presidente ucranio afirma que, puesto que los buques no están dotados de armamento nuclear, deben pasar bajo su mando y su bandera. El general Sháposhnikov está dispuesto a ceder algunos barcos, pero estima que el grueso debe seguir bajo mando de la CEI, en la práctica bajo mando ruso, porque cumple funciones "estratégicas". De hecho, esta flota suele estar encargada de patrullar por el Mediterráneo y vigilar a la VI Flota norteamericana. Por el momento, Sháposlinikov ha conseguido parar la entrega, pero todo dependerá probablemente de la capacidad qué tenga Ucrania para ofrecer a los oficiales alicientes y seguridades económicas.

Resulta casi asombrosa la calma con la que el Ejército Rojo contempla hasta ahora este panorama. "Los incidentes son mínimos", explica el capitán de fragata Mariuska, de origen ucranio, pero destinado en Moscú. "El problema es que esta situación no puede prolongarse indefinidamente. Alguien tiene que ofrecemos un futuro". Personalmente, le resulta indiferente formar parte de un Ejército ucranio o de uno ruso. " Lo que exige es. sueldos y pensiones iguales y mejoras de su nivel de vida.

Por el momento, los militares soportan con encomiable paciencia la escasez de vivienda y alimentos, la incertidumbre y la pérdida de prestigio social. Algunos intentan aliviar su penuria vendiendo las armas a su alcance. El diario oficial del Ejército ha denunciado la desaparición de 15.000 pistolas y 100 subfusiles en el Cáucaso y la agencia Tass ha informado que se ignora el paradero de un número sin de terminar de cohetes no nucleares de la base de Tula, en la que se encuentran hacinados los helicópteros repatriados hace 18 meses de Checoslovaquia.

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