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LA CONFERENCIA DE MADRID

Francia digiere con dolor su ausencia de la mesa negociadora

La ausencia de Francia de la Conferencia de Madrid sobre Oriente Próximo pone en evidencia el foso existente entre la actual debilidad diplomática de este país y su insistencia en seguir siendo considerado una gran potencia. La implacable lógica de la historia, los errores del presidente François Mitterrand o una combinación de ambas cosas son, según la tendencia de los analistas, los culpables de un hecho vivido con amargura por la totalidad de los políticos, diplomáticos y periodistas franceses.Un editorial de Le Monde simboliza la ausencia francesa con la imagen de ese modesto funcionario del Quai d'Orsay que, en unión de sus colegas de la Comunidad Europea, escucha silencioso los discursos de los verdaderos actores de la Conferencia de Madrid. "En el momento en que Oriente Próximo emprende el camino de la paz", afirma el diario de la Rue Falguière, "Francia se ve obligada a interpretrar un papel menor, que no corresponde ni a sus ambiciones ni a sus responsabilidades históricas en la región".

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"La URSS sigue siendo una gran potencia"

Valéry Giscard d'Estaing considera "lamentable" que su país no esté dignamente representado en el Palacio Real de Madrid. Francia, afirma el ex presidente, tiene una "relación varias veces centenaria" con Oriente Próximo. Una relación que comenzó con las cruzadas, pasé por la alianza de Francisco I con los turcos, continuó con la protección de los minoritarios cristianos maronitas y culminó en nuestro siglo con el mandato francés en Siria y Líbano. Y eso, añade Giscard, por no hablar de los dos siglos de presencia francesa en el Magreb.

Responsabilidad de Mitterrand

Para Jean-François Deniau, vicepresidente centrista de la Comisión de Exteriores de la Asamblea Nacional, Mitterrand es el principal responsable de este "histórico tropiezo" de la diplomacia gala. Deniau recuerda que Mitterrand justificó la participación francesa en la guerra del Golfo con el argumento de que ése era el único modo de conseguir estar presente en las futuras negociaciones de paz en Oriente Próximo. "Pues bien", dice, "'las conversaciones han comenzado y nosotros no estamos en la mesa".

Deniau ha puesto el dedo en la llaga. Lo más embarazoso para Mitterrand no es que la Conferencia de Madrid confirme la hegemonía norteamericana en Oriente Próximo. Lo grave es que esta reunión desmiente todo lo que el presidente francés dijo durante la crisis del Golfo para explicar su decisión de luchar contra Irak bajo mando norteamericano.

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Mitterrand da la impresión de haberse quedado compuesto y sin novia. Con muchas menos alharacas, su joven correligionario Felipe González, se subraya en París, ha conseguido un papel más brillante para su persona y su país.

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