Altruismo frustrado
El pasado 25 de julio, sensibilizado ante la habitual campaña veraniega de captación de donantes de sangre, decidí contribuir, acudiendo al hospital del Generalísimo, en la calle de Joaquín María López. Allí me indicaron que el banco de sangre había sido trasladado al hospital militar Gomez Ulla, en Carabanchel.Pudo más el sentimiento de solidaridad que el desencanto, y el día 29 me dirigí al hospital de la Cruz Roja, en Reina Victoria, para llevar a cabo mis modestos planes: dar un poco de mi sangre, con la que tal vez puedan salvar alguna vida. Pues bien, de dicho hospital me emplazaron al nuevo hospital de Getafé, desistiendo en este caso, pues eran más fuertes las ocupaciones que el deseo de viajar.
Tal vez me di por vencido demasiado pronto, o quizá fue una fatal casualidad, pero, en mi opinión, el altruismo debería. tener menos barreras, pues ya en sí es un bien escaso y apreciado como para desincentivarlo e incluso llegar a mitigarlo con extrañas políticas de dispersión hospitalaria.
¿Hace falta sangre? De acuerdo, pero pongan los medios para que el público dispuesto a donar no tenga que desplazarse a una distancia considerable de su lugar de residencia o trabajo.
Alguien podría sugerir que, en realidad, desde Cuatro Caminos, donde vivo, hasta Carabanchel, donde puedo conseguir mi objetivo, no existe una excesiva distancia en una ciudad tan grande como Madrid. Pero es precisamente ese carácter de gran ciudad un buen argumento para reivindicar una mejor localización y distribución de centros de donación.
Insisto: tal vez abandoné demasiado pronto.
Insisto: cuidemos, o al menos atendamos, gestos de este carácter-
