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Irán, dos años sin Jomeini

Libertad económica, pero no política

La muerte del ayatolá Jomeini, ahora hace dos años, marcó el origen del proceso de la República Islámica de Irán hacia la normalización de relaciones con Occidente. La prudencia mostrada por Irán en la reciente guerra del Golfo ha prestigiado el papel geoestratégico del régimen de Teherán en todo Oriente Próximo. Con Jomeini, todo esto le fue negado al Irán revolucionario. El camino hacia la normalidad, sin embargo, está hoy erizado de dificultades, como la existencia de la Guardia Revolucionaria como factor político.

Pruebas de la fortificación de la peana internacional iraní ha sido la reciente cumbre petrolera desarrollada en Ispahán con presencia saudí, inimaginable hace unos meses. Fruto de esta reunión ha sido el contrato con la Compañía Francesa de Petróleos para explotar y comercializar el crudo iraní. Igualmente, se ha producido el levantamiento de los obstáculos estadounidenses para la concesión de un crédito a Irán de más de 200 millones de dólares por parte del Banco para la Reconstrucción y el Desarrollo.Si bien Tokio mantiene reservas sobre el futuro político iraní, Bonn, París, Londres y Washington han cambiado su lenguaje hacia el presidente iraní, Hachemi Rafsanyani, de 57 años. Desde estas capitales se saludan los tenaces intentos del hoyatoleslam emamé safid (turbante blanco) por conseguir para Irán un lugar al sol en la política internacional y por atraer hacia la república islámica, desde Occidente los capitales necesarios para reconstruir un país destruido por ocho años de guerra con Irak.

Tal vez todo ello pueda contribuir a mitigar los sufrimientos de su pueblo, que desde 1978 afrontó una revolución, seguida de una guerra civil no declarada en 1981, otra con Irak entre 1980 y 1988 y, aún, una peligrosa contienda vecinal en el Golfo en 1991, en la que un error de alineamiento hubiera supuesto una: hecatombe para Teherán. Empero, Rafsanyani no las tiene todas consigo. Poco a poco, ha intentado regularizar la situación militar del Sepah Pasdaran. El ejército de la Guardia Revolucionaria aceptó a regañadientes -como si hubiera tragado veneno, en frase de Jomeini- el fin sin desenlace de una guerra como la irano-iraquí, que causó a su país centenares de miles de muertos y heridos. Hace sólo unos días, el propio Rafsanyani anunciaba que 5.000 soldados iraníes permanecían en Irak como prisioneros de guerra de aquella contienda. La frontera con Irak ha registrado nuevos y preocupantes choques.Tentaciones

El paro forzoso formal en el que el Sepah Pasdaran quedó tras la contienda, hizo crecer en sus filas tentaciones intervencionistas en la política doméstica. En Teherán cundió el miedo a ver a la Guardia Revolucionaria erigida en un poder político-militar autónomo, con muchas quejas doctrinales que plantear a los islámicos pragmáticos alineados detrás de Rafsanyani. Este, en la práctica, se muestra cada vez más alejado doctrinalmente del ayatola Jomeini, cuyo hijo, el hoyatoleslam Ahmad, mostró la pasada primavera su rechazo a dirigir la peregrinación iraní hacia La Meca, tarea encomendada al exministro de Investigaciones Mohamadi Reyshari.

Para amortiguar sus recelos hacia el Sepah Pasdaran, Rafsanyani concedió alto rango militar regular a Mohsen Rezai, comandante en jefe de los Guardianes Revolucionarios.

El problema sustancial es que la política internacional del hoyatoleslam del blanco turbante no coincide con su política interior. La deseada liberalización económica derivada del anhelo de atraer capitales hacia Irán, ha desatado ahora los recelos de la burguesía del bazar (los comerciantes), canalizadora hasta el presente de las importaciones y exportaciones. El bazar acopió extraordinarios beneficios durante la posrevolución y las guerras, a costa de una gravosa política de precios para la mayoría de los iraníes. Aquella política debe acabar, según anunció Rafsanyani hace dos semanas.

Si el capital extranjero regresa, como Rafsanyani desea ardientemente, parte del negocio autóctono se acabará, a no ser que las reiteradas llamadas de los enviados del régimen islámico a la burguesía comercial emigrada con el sha den resultado. Por ello, el bazar se opone a la entrada de capitales y exhibe ahora sus doctrinarias credenciales islámicas. Mientras tanto, el bazar mueve sus peones políticos -que no son pocos- en el Parlamento y en los órganos judiciales de la república, para impedir la materialización de la nueva política económica de Rafsanyani.

El Majlis, Parlamento de Teherán, es escenario de ácidos debates. Ora se pide cuentas al ayatola Sadeg Jaljali, pionero de la represión contra los kurdos, que ha llegado a decir públicamente que tiene en sus manos la firma del propio Jomeini de las ejecuciones sumarias; ora surge en bloque la oposición parlamentaria a la recepción de ayuda estadounidense para el Kurdistán, bien se critica duramente la presencia de soldados alemanes y belgas al Norte del país.

Irán conserva en su política interior pautas de conducta enfrentadas a los usos de los regímenes democráticos, según los organismos de defensa de los derechos humanos. La persecución y represión de dirigentes, cuadros y militantes de los partidos que coadyuvaron al triunfo de la revolución, desde los nacionalistas a los comunistas, sin olvidar a los kurdos, ha desertizado de pluralidad el panorama político iraní, donde únicamente ejerce como tal el Partido de la República Islámica. La aniquilación de opositores prosigue incluso en el exterior de Irán, con cíclicas batidas que agentes secretos perpetran en los más diversos países.

En tales circunstancias, el exilio económico, así como el de cuadros técnicos que desangra a Irán e hipoteca su futuro, no dejará de ser una incesante hemorragia si la liberalización económica que la república islámica persigue, con razones de peso, no se ve acompañada de una veraz liberalización política. A Irán le urge más que nunca el juego libre de los partidos y de los sindicatos, y una dulcificación de las costumbres, en el marco de una reconciliación nacional que, por motivos y sinrazones diversas, Jomeini no consiguió para Irán.

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