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La última discípula de Ortega

La pensadora María Zambrano falleció ayer en Madrid. Su avanzada edad, 86 años, vividos intensa y dolorosamente una gran parte de ellos, pues tuvo que exiliarse al ganar los franquistas la guerra civil, hizo que no pudiera superar un proceso febril agudo. Escritora, filósofa y auténtica discípula de Ortega y Gasset, fue durante muchos años uno de los más prestigiosos intelectuales de la cultura española en el exilio y además la última gran figura en regresar a España, cosa que no hizo, también por su frágil salud, hasta 1984. Cuatro años más tarde, la más relevante cultura oficial española le otorgó su merecido reconocimiento con la concesión del Premio Cervantes.

La filosofía poética de una vida fecunda

Me dicen que ha muerto María Zambrano y que necesitan, urgentemente, un artículo mío sobre ella. Me pongo a escribirlo. Tras José María (como llamábamos sus íntimos a Ferrater Mora), casi a la vez, María.La conocí relativamente tarde. En mis tiempos, hasta cierto punto también tardíos, de estudiante de Filosofía (había hecho antes Derecho), la veía pasar por los claustros de la facultad, pero no llegué a cruzar la palabra con ella. Y luego tardé muchos años en conocerla.

Sin embargo, en plena época franquista, escribí un artículo que la dio a conocer a muchos de nuestros compatriotas. En

tramos así en relación epistolar y, después, a su regreso a Europa, en Ginebra nos conocimos, por fin, personalmente. Volví a verla allí, más tarde, y, claro está, apenas venida a Madrid, aquí una y otra vez. Últimamente, ya no: era demasiado penoso para mí.

José María Ferrater Mora sólo a una edad ya avanzada comenzó a cultivar la novela y sólo propositivamente, en un curso del verano pasado en El Escorial, se planteó la cuestión de la relación entre Filosofía y narrativa. María, desde muy pronto, convirtió la "razón vitaV de su maestro Ortega en " razón poética". Y su amistad con los poetas, desde Emilio Prados a José Ángel Valente- , fecundó la calidad de su palabra.

María ha filosofado poéticamente, o ha poetizado filosóficamente, sobre la vida entera, desde la aurora del ser y la existencia (De la aurora), hasta la muerte y la tumba (La tumba de Antígona), desde el sueño y el delirio, hasta el acaso y el destino (Delirio y Destino).

Metafísica

La revista Litoral con la cual, antes y después, tuvo María Zambrano tan estrecha relación, subtituló su volumen en homenaje a ella, muy acertadamente, "Papeles para una poética del ser".

Y, en efecto, en contraste o en necesario complemento, como se quiera, 1 a lo que nos propusieron los Filósofos clásicos, una metafísica del ser, ella lo que buscaba, en y del ser, era su poética.

María Zambrano se alejó, hubo de alejarse de España, llevándola siempre, sin embargo, en su corazón, para volver a ella y encontrarse aquí, reconocida y admirada, rodeada de fervientes discípulas y discípulos. Yo, que como arriba dije, no llegué a ser discípulo o condiscípulo suyo, me cuento también entre sus admiradores.

José Luis Aranguren es ensayista y filósofo.

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