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Crítica:DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Extenderse

Constituido hace apenas año y medio como conjunto oficial del País Vasco, el Ballet de Euskadi -cuyo núcleo se había ido formando en Bilbao en la escuela de Rafael Martí, que asumió la dirección- se presentó el jueves y el viernes por primera vez en Madrid, en el auditorio del Palacio de Congresos. El éxito de público hubiera sido sin duda mayor de haber podido actuar en un recinto menos desangelado, y durante más días, pero como introducción resultó concluyente: una disciplinadísima compañía de 20 jóvenes bailarines, con un nivel técnico en algunos aspectos impresionante y en términos generales aceptable, que da muestras de dinamismo y ambición.Bajo el título Así somos nosotros, el Ballet de Euskadi presenta una muestra amplia de su trabajo, una serie de fragmentos del repertorio clásico -en general arreglados por su director- bailados unas veces con el vestuario tradicional y otras en ropa de ensayo, completadas con coreografías del propio Martí, bailarín formado en Zaragoza con María de Ávila, que desarrolló su carrera en el extranjero.

Ballet de Euskadi

Horrela Gara Gu (Así somos nosotros).Coreografía: M. Petipa, A. Messerer, R. Martí. Intérpretes: Verónica Villar, Iñaki Hurtado, Mercedes Villanueva, Gigi Tejedor y artistas del Ballet de Euskadi. Dirección: Rafael Martí. Palacio de Exposiciones y Congresos. Madrid, 3 de enero.

La técnica que Martí ha impuesto a sus bailarines tiene aspectos espectaculares: todos, incluso los menos formados, muestran una gran elasticidad y logran extensiones de piernas sorprendentes. Esto da una línea muy vistosa y actual al conjunto, pero que no es propiamente clásica -como quedaba patente, por ejemplo, en su versión de Paquita- y se consigue sacrificando otros aspectos de la técnica, pero algunos solistas, sobre todo Verónica Villar, que bailó el paso a dos de Don Quijote y el de Cascanueces -en mallas, lo que es una pena porque ambos parecen pedir, incluso psicológicamente, el aparato del tutú de polvera- muestran una técnica más redondeada y gran potencial.

Donde el trabajo de la compañía -siempre meritorio y digno- brilló mejor fue en Elkar, una coreografía de Rafael Martí (sobre Rachmaninov) de estilo totalmente neoclásico y llena de oportunidades de lucimiento para todo el conjunto, donde junto con Villar bailaron con desenvoltura los papeles solistas Mercedes Villanueva, lñaki Hurtado y Gigi Tejedor. Las grandes posibilidades que muestra esta joven compañía, que viene a sumarse a las fundadas en los últimos años por María de Ávila y Víctor Ullate, mueven al optimismo respecto al futuro del ballet en España.

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