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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El arte de Renata Scotto y homenaje al español Manuel Castillo

Recital lírico por R. ScottoPianista: V. Scalera

Homenaje a Manuel Castillo

Orquesta clásica. Director: L. Izquierdo. Solistas: M. P. del Castillo, soprano, y A. Serrano, piano. Salas del Auditorio Nacional. Madrid, 12 de diciembre

Las dos salas del Auditorio Nacional registraron el miercojes acontecimentos musicales de importancia. En la sala grande, y a beneficio de la Confederación Nacional de Sordos, cantó Renata Scotto, acompañada por el pianista Vincenzo Scalera. La presión del operismo y el belcantismo no funcionó en esta ocasión pues falto bastante para que el local se llenara, aún cuando los asistentes fueron numerosos v enfervorizados.

Hablar de la Scotto resulta casi innecesario, pues su nombre, gan capítulo en la lírica mundial, lo sugiere todo, y su arte demuestra el porqué de una carrera tan brillante como la suva, iniciada a los 20 años, con La Traviatta en el Teatro Nuevo de Milán. Arias de Paris y Helena, de Glück, de Don Carlo, de Verdi, La promesa, y el delicioso tríptico La regata veneciana, de Rossini nos dieron nueva noticia, de que el arte de categoría puede superar otras limitaciones. En la Scotto ese arte está hecho dfe instinto, seducción natural, sabiduría y un talante que con vierte un recital en algo vivo y comunicante. Verdi y Puccini llenaban la segunda parte del consierto, a la que renunciamos, para estar presentes en el monográfico dedicado a Manuel Castillo por el Centro de Documentación de Música Contenporánea (CDMC) y conocer su última obra, escrita por encargo de dicho organismo.

Manuel Castillo, como Halffter, De Pablo, Groba, Angulo, Manuel del Campo, Freixas, Eskurra, Nur y Callejo (muerto tempranamente hace tres años), nació en 1933, al igual que María de los Ángeles Morales, también sensacional Traviata, como la Scotto. Forman, pues, el grupo de los cariñosamente denominados sesentones.

Por su sevillanismo nativo, cuando se habla de Castillo suele citarse a Joaquín Turina. Sin embargo, no veo posibilidad. alguna de relacionar al maestro de La procesión del Rocío con el autor de esta bellísima página estrenada ahora: Danzarina en una Catedral. Si acaso podría compararse el excelente artesanado de uno y otro. En medio de una generación signada por la reincorporación a Europa a través del vanguardismo de los años cincuenta , Castillo, por otras vías que García Abril , se alza como capítulo aparte.

No porque cultive ninguna suerte de conservadurismo -la suite Mediterránea, de 1979, lo evidencia-, sino por no adcribirse a la escuela de Viena y permanecer ligado a una forma ampliada de la tonalidad. En Danzarina para una Catedral, inspitrada en un cuadro de Miró, Castillo parafrasea un tiento organístico de Correa de Araúxo, al que contrapone la figura de la Danzarina a través de soluciones rítmicas y cromáticas.

La Orquesta Clásica de madrid, dirigida por Luis Izquierdo y con la colaboración de la soprano María Teresa del Castillo y el pianista Agustín Serrano, desarrolló con gran acierto todo el programa monográfico, que , con la obras citadas, incluía las Glosas del círculo mágico (1976), en homenaje a Falla, que trasforman el célebre tema del Amor brujo; la breve composición para soprano, flauta, viola y guitarra, sobre texto de Góngora, Al nacimiento de Nuestro Señor (1961), y el Salmo 41, de 1966, de carácter estructural que contrasta con la expresión afectiva del sentimiento musical de Castillo.

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