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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Inquietante abstencion

LA ABSTENCIÓN en las elecciones municipales celebradas en Hungría el domingo pasado ha alcanzado un nivel tan alto -más del 60%- que en la mayor parte de las ciudades, empezando por Budapest, será necesaria una segunda vuelta el 14 de octubre. La ley no considera válida una elección si la participación ciudadana es inferior al 40%. En Budapest no llegó al 35%. Esta abstención masiva, sobre todo en los centros urbanos, tiene una evidente significación política.Las elecciones municipales representaban -además del objetivo concreto de elegir alcaldes y concejales- una prueba para el primer Gobierno no comunista que ha tenido Hungría desde hace más de 40 años. En las elecciones legislativas de marzo -con una participación que superó el 65%- triunfaron de manera rotunda lospartidos que propugnaban el paso a la economía de mercado, la liquidación del socialismo real y la aproximación a Occidente. El nuevo Gobiemo de Jozsef Antall, jefe del partido más votado, el Foro Democrático, se formó a partir de una coalición con el Partido de los Pequeños Propietarios. Pues bien, a los 100 días de su formación ha sufrido una seria derrota: los resultados de Budapest -a pesar de que la abstención los invalida- aportan datos muy reveladores: el Foro Democrático del primer ministro Antall ha quedado en tercer lugar, después de la Alianza de los Demócratas Libres y de la Liga de Jóvenes Demócratas.

No cabe duda de que la causa fundamental de la abstención masiva -y, en cierto modo, también de la derrota del Foro Democrático- reside en la profunda decepción de los ciudadanos ante la subida de los precios y el deterioro de su nivel de vida. En vísperas de las elecciones, Antall hizo público un programa de renovación nacional encaminado a realizar en tres años el paso a la economía de mercado. Pero ese plan ha suscitado desconfianza, puesto que muchos ciudadanos piensan que lo único que han recibido de la democracia es el aumento de los precios. La decepción se ha extendido, en contraste con las esperanzas alimentadas a principios de año. La libertad política se ha recuperado y asimilado con gran rapidez, y se la acepta como algo cotidiano, pero la preocupación dorninante se centra en una situación económica que no tiene una salida -a corto plazo- que pueda dar satisfacción a los deseos de la población.

La situación húngara -a pesar de las subidas de precios- no es ni mucho menos la peor de los países ex socialistas. Tiene un sector privado, aún pequeño, que se desarrolla con pujanza. Por otra parte, Hungría ha contado desde sus primeros pasos democráticos con un sistema político muy pluralista: el Foro Democrático ganó las elecciones legislativas de marzo pasado con un 25% de los votos, seguido de la Alianza de Demócratas Libres, que obtuvo casi el 22%. Ahora, en las elecciones municipales, los electores podían elegir entre 42 partidos. El que la reacción mayoritaria fuera la de la abstención deja entrever un insuficiente arraigo de los hábitos democráticos y, lo que sería más grave, posibilita el surgimiento de movimientos populistas y demagógicos.

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