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Tribuna:
Tribuna
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Para evitar la esclerosis

Partiendo de la idea de que "el PSOE es uno de los pilares en que se asienta la democracia española", el autor cree que en el partido gobernante Ias distintas culturas políticas internas no están suficientemente integradas en los niveles de dirección" ya que existe un desequilibrio a favor de la "cultura política del aparato".

El PSOE es uno de los pilares en que se asienta la democracia española. Por eso interesa a todos y por eso no es patrimonio de nadie. Por eso, muchos hablan, desde dentro y desde fuera, con toda legitimidad, sobre el PSOE que quisieran. Por todo eso, quizá, me decido a exponer algunas ideas, conectadas, entiendo, con la realidad organizativa de¡ PSOE, relacionadas con la teoría general de las organizaciones y ligadas al momento actual de la sociedad española.La posición actual del PSOE se debe, entre otras cosas, a la formación y consolidación de una amplia mayoría interna, la cual, además, actúa con una notable cohesión. Mayoría interna que puede ser definida, a grandes trazos, por su identificación con el proyecto, en desarrollo, de modernización de España y por su apoyo al liderazgo de Felipe González.

Dicha mayoría, sin embargo, no es absolutamente homogénea. Dentro de ella existe un amplio abanico de matices. Parece evidente, por ejemplo, que Alfonso Guerra y Carlos Solchaga (y cito a estos dos compañeros porque están siendo considerados como punto de referencia por muchos) no coinciden en su visión de algunas cosas. Ambos apoyan a Felipe González y ambos comparten, desarrollan e impulsan el proyecto socialista, sí. Pero ni son ni representan lo mismo, aunque ambos se integren en la actual mayoría interna del partido.

Espacio político

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Además, entre esos dos posibles puntos de referencia existe, hoy y ya, un amplio espacio político, en el que podría ser encuadrada toda una serie de posiciones estratégicas, matices personales y culturas políticas distintas y diferenciadas, aunque todas integradas en el citado proyecto global y todas en apoyo del liderazgo actual. Son muchas las personas que se situarían cómodamente en ese espacio. Lo que sucede es que no hay nadie que ocupe ese espacio. Quizá habría que recordar, en este punto, que la identidad política no es como el derecho de propiedad. Para tener identidad política, no basta con poseerla. Hay que formularla, predicarla y ejercerla.

Dicho lo anterior, y en aras de la brevedad, convendría puntualizar:

- No se puede decir alegremente que la mayoría interna del PSOE correría peligro sólo porque se hicieran evidentes la pluralidad y riqueza de matices que la integran.

La cohesión, estabilidad y capacidad de adaptación al medio de cualquier tipo de organización es mayor cuanto más amplios son los mecanismos de participación y codecisión de los responsables en los distintos niveles. En todos los campos de la actividad social están quedando obsoletas las organizaciones ordenancistas y estrictamente jerarquizadas.

- En política, como en física de gases, no existen los espacios vacíos. Cuando un espacio queda libre, en política lo ocupa el más osado y mejor organizado. Desde mi punto de vista, hoy existe un hueco en el seno de la mayoría del PSOE.

(Todo esto podría ser completado con un análisis políticoideológico de las distintas posiciones posibles, pero no añadiría nada sustancial al desarrollo de la argumentación).

La actual mayoría que sostiene el proyecto socialista es la suma de distintas culturas políticas, variadas tradiciones y trayectorias políticas y personales e, incluso, plurales representaciones de los diversos sectores de clase o grupos sociales que se adscriben al proyecto histórico de cambio de la sociedad española.

Simplificando mucho, podría decirse que, por una parte, cóexisten en el PSOE sindicalistas, intelectuales, profesionales de tipo medio y alto, tecnócratas progresistas, funcionarios públicos inquietos y... miembros del aparato partidario en sus distintos niveles. Por otro lado, entre los más directos protagonistas públicos, los hay que han ejercido prioritariamente una función ligada a la representación y gestión de asuntos públicos (en Ayuntamientos, Comunidades Autónomas y Administración Central); los hay que han desarrollado una labor estrictamente representativa (parlamentarios nacionales y autonómicos); y están, además, los que básicamente llevan a cabo su tarea política como cargos orgánicos en el seno del aparato. Por último, contamos con personas y grupos que proceden del tiempo de la renovación interna anterior del PSOE (periodo 1964-1974, fundamentalmente), junto con otros, muchos más, lógicamente, que han ido incorporándose con posterioridad.

El bloque mayoritario interno del PSOE tiene, pues, una rica, variada, compleja y plural composición. Y, sin embargo, en mi opinión, las distintas culturaspolíticas internas no están suficientemente integradas en los niveles de dirección. Es decir, no están activa y dinámicamente integradas. Por decirlo con claridad: estimo que en la actual dirección del PSOE existe un cierto desequilibrio a favor de lo que podríamos denominar cultura política del aparato.Victorias electoralesUna cultura política del aparato que tiene, es cierto, tina clara legitimación de origen (el proceso histórico de renovación del PSOE); y que cuenta, también, con una legitimación de ejercicio periódicamente renovada (sucesivas victorias electorales). Pero una cultura política que es sólo una más de las que componen la mayoría del PSOE y que, además, es portadora de los gérmenes de todos los peligros y de los riesgos de todas las desviaciones de todos los aparatos de todos los partidos que en el mundo son y han sido. Entre otros, los riesgos de una cierta esclerosis, de una cierta incapacidad para adaptarse rápida y flexiblemente a una realidad social dinámica; el peligro de una cierta tendencia a la endogamia y a la autosuficiencia, así como una cierta falta de reflejos para dar respuesta a lo imprevisto (el retraso de la reacción en el caso Juan Guerra podría ser un ejemplo).

Por otra parte, y aunque pudiera parecer contradictorio, la dirección orgánica del PSOE aparece, a veces, como aquejada de una cierta debilidad y falta de impulso en sus relaciones con el Gobierno de la nación, por un lado, y con dificultades para encontrar su espacio propio en la política general, por otro. Quizá influya en ello la nús-ma composición de la Comisión Ejecutiva (por ejemplo, hay carencia de personas con experiencia previa en la gestión de asuntos públicos), así como el hecho de que los campos de actuación se han ido haciendo progresivamente más complejos y se ha ido enriqueciendo y multiplicando el número y el peso específico de los interlocutores sociales. Comparto, por ello, la opinión, exl5resada ya por muchos, según la cual sería conveniente que en la dirección del PSOE se integraran más personas representativas y con más peso específico propio. Y, añadiría yo, procedentes de las distintas culturas políticas internas.

Estamos a las puertas del 32' Congreso del PSOE. Pienso que nos encontramos en el momento oportuno para producir una renovación, apertura, enriquecimiento, perestroika o como quiera que se llame en el seno del PSOE. Para dar solución a las deficiencias organizativas y para conjurar los riesgos a que me acabo de referir, sí. Pero también por otras razones, que enumero brevemente.

En primer lugar, todo partido necesita renovaciones periódicas. Se trata de una ley de vida de las organizaciones. Y creo que es mejor producir la renovación e integración en momentos de serenidad política interna y externa que hacerlo, forzadamente, en periodos de crisis, derrotas o pérdidas de posiciones. Sólo así se pueden evitar los grandes movimientos pendulares.

Por otra parte, creo que no exagero al decir que el espíritu de Suresnes, el impulso que hizo posible el PSOE de hoy, ha cubierto su tiempo histórico y ha difundido ya con creces sus consecuencias políticas. Estamos ya en otromomento, y nos encontramos con exigencias distintas y con situaciones nuevas. A menudo se explica el impulso renovador de¡ PSOE de los setenta (Pacto del Betis*, Suresnes) únicamente como el resultado de un acuerdo entre socialistas sevillanos, asturianos, vascos y militantes del exilio. Pero hubo algo más que mera geografía en todo aquel proceso. Hubo, en profundidad y sobre todo, un acuerdo entre jóvenes profesionales e intelectuales de aprendizaje socialista, sindicalistas representativos del metal y la minería procedentes de las zonas de tradición socialista, algunos profesionales de procedencia comunista y de otros grupos de izquierda y, también (last but not least), una parte del aparato anteriormente existente. Hubo, en definitiva, un acuerdo para la renovación e integración entre la inmensa mayoría de las culturas políticas existentes entonces en el PSOE. Ese acuerdo está ya cumplido. Entre otras cosas, porque una parte importantísima -el sindicalismo socialista- no se siente hoy representada y porque, a lo largo de los últimos años, la composición de la mayoría interna del PSOE se ha hecho más plural.

Tampoco es una cuestión me-

nor la que hace referencia a la

crisis total del movimiento co

munista (se les ha caído el cielo

sobre la cabeza) y a las nuevas

perspectivas que ello abre para

un partido socialista más dinámi

. co y abierto. Pero la construc

ción de la posible casa común de

la izquierda no puede ser cifrada

en un mero acto de voluntad. Se

rían convenientes desarrollos es

tratégicos y configuración de

equipos orientados en ese sen

tido.Cuestión de imagenFinalmente nos encontramos, lo queramos o no, frente a una relativa puesta en cuestión de la imagen del PSOE. Desde acusaciones políticas -prepotencia, soberbia, cerrazón, desprecio a los medios de comunicación, autosuficiencia, etcétera- hasta dudas más amplias basadas en comportamientos y actitudes colaterales -corrupción, tráfico de influencias- Frente a todo esto, el numantinismo no sería una buena respuesta. Sería mejor evidenciar con claridad, ante la sociedad entera, una actitud política integral más abierta, receptiva y tolerante. Empezando por la propia casa.

Concluyendo: el PSOE va hacia adelante, pero las cosas pueden marchar mejor. En lo organizativo, tenemos defectos, pero .están detectados y son corregibles. Las soluciones han sido ensayadas con éxito en otras organizaciones, políticas y no políti,cas, en el mundo de nuestro entorno. Y han sido puestas en práctica, en muchos casos, mediante el acuerdo y la negociación integradora, sin rupturas, descalificaciones ni crisis de ningún tipo. Creo que la renovación y la apertura del PSOE es, ahora, conveniente y posible. Porque renovar y abrir un partido que está en el Gobierno no es nada nuevo ni tarea de gigantes. Es sólo cuestión de conocimiento y de voluntad. Y, si hubiera conocimiento, que lo hay, pero faltara voluntad, sería sólo cuestión de tiempo.José Rodríguez de la Borbolla, ex presidente de la Junta de Andalucía, es miembro del Comité Federal del PSOE.

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