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11 familias del Pozo del Huevo viven ya en el 'ruedo' de la M-30

Once familias del Pozo del Huevo durmieron anoche en los pisos del polémico edificio de la M-30 conocido como el ruedo. Los vecinos, que llegaban ayer en furgonetas conforme el Ayuntamiento tiraba sus casas, se abrazaban llorando a los familiares que les esperaban para ayudarlos a desembalar las cajas de la mudanza. Mientras, en el Pozo, el desalojo se hacía eterno y a ritmo de mazazos. La empresa contratada por el Ayuntamiento para demoler no llevó ninguna máquina.

Los vecinos no querían desplazarse hacia el ruedo hasta que no recibiesen las 100.000 pesetas prometidas por abandonar sus viviendas. El dinero no lo podían recibir hasta que las casas no es tuvieran demolidas, y la empresa encargada de hacerlo sólo empleaba ocho obreros y ninguna máquina.La excavadora no acababa de llegar, y los vecinos del Pozo empezaban a impacientarse a las doce de la mañana. Cuando a la una de la tarde, con cerca de 38 grados, sólo se habían derribado cuatro casas, los trabajadores sociales del Consorcio para el Realojamiento de la Población Marginal de Madrid no sabían cómo contener las protestas.

En total son ya 17 familias las que están instaladas en el ruedo, 11 del Pozo y 6 procedentes de otros barrios donde el Instituto de la Vivienda de Madrid (Ivima) ha promovido actuaciones. El próximo año serán 346 familias las que ocupen el edificio proyectado por el arquitecto Sáenz de Oiza y que le ha costado a la Comunidad más de 1.700 millones.

El martes y el miércoles de la próxima semana se trasladarán 20 familias del Pozo, y a la semana siguiente 10 más. El programa diseñado por el Ivima prevé que para el próximo noviembre vivan 250 familias del Pozo. Los albañiles trabajan estos días en la conclusión de los aparcamientos, los jardines y los teléfonos.

La empresa Ekliset, formada por 20 realojados del Pozo del Huevo, es la encargada de adecentar y limpiar todas las casas que van a ser habitadas. Elías, el jefe de obra de Ekliset, dice que su empresa ha ganado limpiamente un concurso convocado por la Comunidad para sanear la obra. Elías comenta que la obra presenta muchas "imprevisiones". "Hemos trabajado durante una semana sin agua corriente, y aún hoy se están dando fugas de agua. Además, el edificio está muy descuidado; hay demasiada suciedad", añade.Falta de colaboración

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El portavoz de la Coordinadora de Moratalaz y Retiro por la Integración, Antonio Barnusell, critica la "falta de colaboración del presidente de la Junta Municipal de Moratalaz, Venancio Mota, en el realojo". Barnusell dice que no es cierto que los precios de los pisos hayan bajado en las zonas próximas al ruedo. "Si eso es verdad, yo creo que es el momento de invertir en la zona, porque cuando transcurran seis meses y vean que no pasa nada... ".

Barnusell y 50 personas más, fundamentalmente jóvenes, mos traban carteles, a modo de empa redados, con la leyenda: "Bien venidos, vecinos del Pozo. Ni ra cismo ni clasismo, la vivienda es un derecho. Moratalaz y Retiro, por la integración". Junto a ellos, un grupo de los nuevos vecinos no disimulaban su satisf acción por tener una casa digna.

Pero entre tanta alegría hay 57 familias que todavía esperan las viviendas que les prometió el Instituto de la Vivienda de Madrid (Ivima). De ellas,19 no tienen ni siquiera esa esperanza.

Mudanza con nostalgia

Las familias que han visitado el ruedo coinciden en una cuestión: "La parte Interior del edificio es preciosa". En este sentido, el presidente de la asociación de vecinos del Pozo del Huevo, Tomás Blázquez, llegó a decir que vale más que los 346 pisos. En la plaza hay una fuente, árboles, estanque y rampas para acceder a las 160 plazas del aparcamiento subterráneo.Leonor, una de las personas que dejó ayer el Pozo, no pudo contener las lágrimas: "Todo esto me parece mentira, después de tanto tiempo". En el camino han quedado las pintadas que acusaban a las mujeres del Pozo de ser prostitutas y tener sida, las manifestaciones, cortes de carreteras y hasta incendios en las oficinas de la constructura. Con estas acciones vecinos proximos al ruedo querían impedir el traslado. Las lágrimas de Leonor eran compartidas por convecinos del Pozo. La mayoría de la gente siente tristeza por marcharse, "por el cariño hacía este barrio, en el que se vivía muy bien hasta que se estropeó hace unos 10 años", en clara alusión al tráfico de drogas.

A la vez que tristeza, satisfacción, pues llevamos muchos años de lucha por una vivienda, y más de un año a punto de irnos". Están convencidos que, pese al cambio de residencia, van a seguir manteniendo el mismo tipo de relaciones entre ellos, definidas por todos como solidarias e intensas.Tampoco faltan los detalles de humor. Muchos se preguntan cómo meter en los nuevos pisos a los animales domésticos -gallinas, conejos, palomas-, de los que no quieren desprenderse.

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