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Una puerta entreabierta

El gran movimiento de solidaridad internacional provocado por el terremoto de Irán está en consonancia con la extensión de la catástrofe. Ningún país puede permanecer indiferente ante la desgracia que acaba de abatirse sobre un pueblo ya fuertemente castigado por ocho años de guerra. Es muy significativo que Irak, el enemigo de ayer, haya sido de los primeros en ofrecer su ayuda a la República Islámica.Por un momento se creyó que Teherán rechazaría toda ayuda proveniente del extranjero, especialmente de los países considerados hostiles. No ha sido así. El realismo ha prevalecido. Pese a las reticencias de los extremistas, la desconfianza de las autoridades se ha desvanecido

En definitiva, por paradójico que parezca, esta catástrofe podría ofrecer argumentos al presidente Rafsanyani y a aquellos dirigentes; iraníes que desean poner fin al aislamiento del país, es decir, volverse hacia los países árabes moderados y hacia Occidente.

Queda por saber si la puerta que se ha entreabierto en estas circunstancias particularmente dolorosas no volverá a cerrarse cuando la emoción provocada por el temblor de tierra se haya borrado. Actualmente relegadas a un segundo plano, las consignas de orden polítíco-religioso corren el riesgo de surgir de nuevo :ante la complejidad de los problemas que quedan por resolver para derribar la barrera que 10 años de jomeinismo ha erigido alrededor de Irán.

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26 de junio

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