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Entrevista:

Gallimard después de la batalla

La editorial emblemática de Francia publicará su colección La Pléyade en castellano

Juan Cruz

Como Francia no tiene petróleo, tiene escritores. A los 42 años, Antoine Gallimard controla ese imperio de letras. Hereda una tradición de principios de siglo, y su aire aniñado y tímido le impide que se le trasluzca el poder. Habla rara vez en público, y cuando se cruza con los que le quieren ver en los pasillos de Gallimard parece que se visita a sí mismo. Su imperio estuvo a punto de tambalearse: por una querella familiar hace unos meses. La guerra de familia llegó a su fin. Ahora, con el 51% de las acciones de Gallimard, Antoine es el presidente director general (PDG) de la editorial.

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La pasada semana, Antoine Gallimard hizo que esta editorial francesa pareciera también un poco española. Ha llegado a un acuerdo, que se formalizará enseguida, para publicar en España la más vasta colección europea de clásicos, La Pléyade, que aparecerá bajo el sello conjunto de la propia Gallimard y de Tusquets Editores. La Pléyade es una iniciativa de Gastón Gallimard, el fundador de la dinastía, y comprende los libros que son la cabecera de la cultura internacional de todos los tiempos. Con el fondo de esa colección, que es el orgullo de la casa, el heredero de Gastón y de Claude habló la pasada semana para EL PAÍS sobre sus ideas, sus proyectos y sobre su conflicto familiar: "Fue doloroso, pero ya pasó".La saga

Gastón fue el editor de Gide y de Proust; Claude publicó a Sartre, a Camus y a Simone de Beauvoir. Antoine tiene sentados a su mesa, habitualmente, a Milan Kundera, a Jean-Marie le Clezio, a Phillippe Sollers y a Severo Sarduy. Y en la estantería, invariable, a todos los demás. El día en que le entrevistamos, la pasada semana, tenía sobre su mesa además las pruebas de dos colecciones que nos atañen: La Nouvelle Croix du Sud, de literatura hispánica, que ya dirige el novelista de origen cubano Severo Sarduy, y Folio Bilingüe, que publicará en su idioma original y su contrapartida francesa textos clásicos o contemporáneos. Algunos de los previstos ya son castellanos: en octubre aparece El libro de arena, de Jorge Luis Borges, e inmediatamente después serán publicados el Concierto barroco, de Alejo Carpentier, las Leyendas de Guatemala, de Miguel Angel Asturias, y las Novelas ejemplares, de Miguel de Cervantes.

Pregunta. ¿Se acabó el editor de una sola lengua en Europa?

Respuesta. Le voy a responder con una pequeña anécdota muy divertida que me contó una compañera asistente a la última feria del libro de Las Vegas, en Estados Unidos. Un librero norteamericano le hizo la siguiente pregunta: "Ahora que han hecho la unidad económica de Europa, ¿qué lengua hablan ustedes?". El estaba convencido de que ahora hablamos en Europa una sola lengua. Por supuesto que yo pienso que cada uno de los editores europeos debe seguir publicando en su propia lengua, y, por elevación, pienso que no todos podemos ser al fin campesinos del Danubio, ni imponer en las escuelas el carácter obligatorio de un solo idioma. Eso sería un verdadero desastre cultural. Ahora bien, estimo que en Europa hay que practicar el plurilingüismo. En Gallimard tenemos a un hispanista célebre, a una italiana muy profesional, y a un checo de la categoría de Kundera, que habla muy bien el francés y que prueba la existencia de una cultura múltiple conservando su cultura original. Por esa razón, y por nuestra propia vocación, Gallimard está muy atenta a las literaturas extranjeras, y por ello hemos puesto en marcha esta colección bilingüe, que comenzará a salir en septiembre.

P. Europa va hacia la concentración editorial. ¿Cómo se enfrenta usted, como editor tradicional, en el sentido antiguo del término, a una situación como ésta?

R. Como editor, yo estoy preocupado por este fenómeno de concentración editorial de las grandes editoriales. Gallimard es una editorial independiente y, subráyelo, que saca sus beneficios exclusivamente de la venta de los libros. Los grandes grupos financieros prefieren comprar otras editoriales para asegurar la concentración y su propia expansión. Gallimard prefiere asociarse con editoriales en cada uno de los países.

P. ¿En ese marco se inscribe su acuerdo con Tusquets?

R. Sí, tenemos como proyecto esa asociación. Si la idea se materializa, sería con ellos con los que llevaríamos a cabo la edición española de La Pléyade. También tenemos en proyecto para Italia una estructura de relación similar para publicar obras para jóvenes y otra Pléyade en italiano.

P. ¿Cuál ha sido el secreto de la permanencia de Gallimard en la primera fila de las editoriales europeas?

R. Una clave para el triunfo de una editorial es la forma de elección de sus colaboradores y la seguridad de que es capaz de llevar a efecto una gestión moderna que le permita prescindir de enormes fondos económicos en la tarea de conseguir sus objetivos. Esa seguridad es la que hace, a la postre, que grandes talentos de la escritura confíen en nosotros y permanezcan aquí. La edición, por otra parte, es una larga marcha. El próximo año cumplimos el 80º aniversario, y llegaremos habiendo puesto en catálogo más de 17.000 títulos.

P. Industrialmente, ¿qué ventajas aporta a la edición el factor de que Europa esté unida?

R. Gracias a una Europa unida se podrá trabajar con impresores de cualquier nacionalidad, siempre que sean buenos y ofrezcan un buen precio. Administrativamente, la unidad nos faculta para sistematizar ese trabajo liberado de ataduras nacionales. En lo que respecta a la difusión de los libros, el día en que se practique más corrientemente el plurilingüismo, las organizaciones de distribución también tendrán que abrirse a la colaboración con contrapartidas extranjeras. En Gallimard ya hemos empezado a trabajar así.

Futuro

P. ¿Veremos la desaparición de los libros en el futuro?

R. Mi convicción es que el papel como soporte no va a desaparecer. Siempre hemos dicho que la cultura estaba en dificultades con relación a la de los siglos precedentes, y que el surgimiento de nuevos métodos de difusión, como la televisión o como los ordenadores, iba a acabar con la lectura. No es así. La cifra de negocios de la edición francesa en su totalidad aumentó en un 9% el pasado año con respecto al anterior.

P. Su editorial ha sido árbitro de la literatura francesa del siglo. ¿Cómo ve ahora la creación literaria en Francia?

R. Creo que hay en este momento una verdadera renovación literaria. Se publican cada año en Gallimard ocho primeras novelas de autores primerizos, después de una selección muy dura que ha de discriminar entre 6.000 manuscritos recibidos por año. Eso da idea de la amplitud con la que la gente se enfrenta aun hoy a la esperanza de la literatura.

P. La crisis que ha atravesado Gallimard desde el otoño, cuando parte de su familia puso en venta el patrimonio y estuvo a punto de venderse Gallimard a otras manos, parece remitir. ¿En qué situación está ahora?

R. Todavía es muy pronto para decirlo, pero creo que las cosas se están arreglando. Una parte del accionariado familiar va a ser sustituido por un nuevo accionariado minoritario que quedará en manos de amigos de la casa. Yo sigo controlando el 51 %, y sigo al frente de la editorial. Mi lugar en Gallimard sólo se concibe en el marco del ejercicio de mi independencia.

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