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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Las cosas encontradas

Lo primero que hay que admirar en Blanca Calvo es su osadía: llevar a escena -y a una escena donde no existe el recurso de las palabras- al Magistral de Pas y a La Regenta es en principio una locura. Pero inmediatamente después -aproximadamente a la mitad del primer paso a dos entre ambos personajes- surge otro motivo más sólido de admiración: la cosa se tiene en pie. Los personajes están ahí -ese Fermín de Pas en quien conviven la pasión violenta y la vileza más cobarse y esa Ana Ozores, continuamente superada por los acontecimientos- y se van revelando en sus pasos.Cabe preguntarse viendo esta coreografía qué necesidad había de vestir literariamente lo que en definitiva es una sucesión de solos y pasos a dos, bien estructurados y con una poderosa carga dramática, que podían haber quedado abiertos a la imaginación de cada uno sin exponerse a los riesgos que la mera mención de una obra tan santificada como La Regenta supone. Pero lo principal, evidentemente, es salir airoso de la empresa en el terreno propio, el coreográfico, y eso la joven coreógrafa madrileña, que tuvo su rodaje entre 1986 y 1989 con el grupo Bocanada, lo consigue contra toda expectativa lógica.

Compañía Blanca Calvo

Las cosas perdidas (inspirada en los personajes de La Regenta, de Clarín). Coreografía y dirección: Blanca Calvo. Intérpretes: Blanca Calvo y Juan Domínguez. Iluminación: Tano Astasio. Escenografía: Carmen C. Cantero. Música original de Javier López de Guereña, interpretada por el grupo Círculo. Dirección de orquesta: José Luis Temes.Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas. Sala Olimpia. 12 de mayo.

Lenguaje

Blanca Calvo ha pulido su lenguaje coreográfico con relación a sus trabajos anteriores; ha ampliado el abanico de movimientos que maneja y, sobre todo, se ha liberado en una medida notable de los tics de escuelas y modas aprendidas, mostrando una voluntad poco frecuente en los coreógrafos jóvenes de trabajar en la búsqueda del movimiento expresivo.La ambientación escénica de luces y decorado -el interior de la catedral, con el confesionario/ púlpito en el centro de la escena, que sirve a Fermín tanto para esconderse como para erguirse sobre él- está muy conseguida, contribuyendo a la creación del ambiente poético en que se desenvuelve la coreografía. Y la presencia de músicos de carne y hueso en el foso de orquesta -el grupo Círculo, dirigidos por José Luis Temes- por supuesto que contribuye a ennoblecer el espectáculo.

La Interpretación de los dos personajes, a cargo de la propia Blanca Calvo y de Juan Domínguez, dio credibilidad, aunque seguramente sufrió algo de los nervios del estreno: Domínguez no sacaba suficiente partido, en términos de presencia escénica, a su imponente físico.

Todos, solistas y compañía, fueron entusiásticamente aplaudidos al final.

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